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Te dejo de todas formas fragmentos
El trabajo analizó a casi 40 personas que se presentaron voluntariamente en un hospital de China para cumplir con el llamamiento de las autoridades sanitarias, que buscaban nuevas cadenas de contagio. No tenían síntomas, pero los análisis demostraron que estaban infectados. Este estudio muestra que las personas que no mostraban síntomas segregaban virus potencialmente contagiosos durante más días que los pacientes que sí caen enfermos. Lo más inquietante del trabajo, publicado en Nature Medicine, es que los niveles de anticuerpos contra el virus en estos pacientes era más bajo, cayó rápidamente con el tiempo y a los dos meses era indetectable. Si volviesen a estar en contacto con el virus ya no tendrían anticuerpos para bloquearlo.
“Este trabajo es el primero publicado y revisado por pares que muestra este dato desalentador”, explica Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. “Hay que confirmarlo en series de pacientes más amplias y hacer un seguimiento más largo”, advierte.
Pero estas noticias no son tan malas como parecen. “Los estudios realizados hasta el momento se centran en una sola parte de la inmunidad, la dependiente de anticuerpos”, recuerda López, y hay otra gran clase de inmunidad que puede ser más efectiva y de la que hasta ahora hemos sabido mucho menos: la basada en varios tipos de células del sistema inmune conocidas como linfocitos. Entre todas ellas hay dos especialmente importantes: los linfocitos CD8+ capaces de matar a las células infectadas y los CD4+ que son indispensables para fabricar nuevos anticuerpos en caso de que el virus regrese semanas o meses después de haberse superado la primera infección.
Uno de los estudios más grandes y completos realizados sobre este tema ofrece resultados muy esperanzadores: el 100% de los infectados desarrolla una respuesta inmune celular basada en linfocitos. El trabajo es aún preliminar, pero ha sido realizado por médicos del Hospital Universitario de Tubinga (Alemania) con 180 infectados y 185 personas sanas no expuestas al virus. Estos resultados se suman a trabajos anteriores que mostraban que prácticamente todos los infectados desarrollan anticuerpos contra el virus tras una infección. Lo más interesante es que en parte de los infectados no se detectaron rastros de anticuerpos. Esto quiere decir que si se les hubiera hecho un test convencional les habrían contado como no infectados, pero en realidad son gente que ha pasado la enfermedad y que además tiene linfocitos de memoria que les deberían proteger de nuevas infecciones.
Uno de los resultados más interesantes del estudio alemán proviene de las personas no infectadas. Hasta el 80% tenía linfocitos de memoria capaces de identificar al nuevo coronavirus SARS-CoV-2. ¿Cómo es posible? Los científicos creen que se trata de un caso de inmunidad cruzada. Estas personas probablemente se infectaron con otros cuatro coronavirus humanos —HCoV-229E, HCoV- NL63, HCoV-OC43— que solo producen síntomas de resfriados. Estos coronavirus comparten algunas proteínas con el temible SARS-CoV-2 de modo que los linfocitos de memoria generados contra los coronavirus menos virulentos pueden unirse al nuevo virus. Es algo que también otro estudio reciente había mostrado. Ahora la pregunta es si esos linfocitos son capaces de neutralizar al virus. Si lo son, el nuevo coronavirus tendría menos posibilidades de expansión entre la población.
“Estas personas no expuestas al virus tienen linfocitos CD4 que pueden reconocer varios antígenos del SARS-CoV-2, incluida la proteína S [con la que penetra en las células humanas], lo que tiene mucha importancia para el desarrollo de una vacuna”, explica Sydney Ramírez, investigadora del Instituto de Inmunología de La Joya (California) y coautora del estudio que identificó este fenómeno por primera vez. Su equipo está analizando ahora si esta inmunidad cruzada protege contra una infección por SARS-CoV-2, pero sospechan que la protección sería solo parcial: no evitaría el contagio pero tal vez sí evitaría los síntomas de covid más graves.
Otros dos estudios hechos en Italia han demostrado que no hacen falta anticuerpos para derrotar al virus. Los datos provienen de personas con agammaglobulinemia, una enfermedad genética que les impide generar anticuerpos.