Hija de los actores Maurice Dorléac y Renée Deneuve, Catherine Deneuve encontró las puertas de la profesión abiertas de par en par desde el principio. Sus padres alentaron su heredada vocación y en 1957, con apenas 14 años, Catherine hacía su debut en la gran pantalla en el filme Les Collégiennes. Su abrumadora belleza, sumada a su indiscutible talento, hicieron de ella una estrella a las primeras de cambio. Fue a las órdenes de Roger Vadim en 1963, con Le vice et la vertu, cuando dio el gran salto para convertirse en una de las actrices más amadas de Francia. En las décadas sucesivas, su currículum suma una admirable colección de clásicos: Los paraguas de Cherburgo (1964), Repulsión (1965), Mi hombre es un salvaje (1975) (por la que logra su primera candidatura al Cesar) o los títulos de Buñuel, quien la convirtió en su actriz fetiche, Bella de día (1967) y Tristana (1970). Deneuve continúa en la brecha en los 80 con títulos del calibre de El último metro (1980) (que le regala el premio Cesar a la mejor actriz) o Mi amante prohibido (1984). De hecho, Deneuve es la quintaesencia de actriz que ha sabido envejecer ejemplarmente en el cine. Tal es así que, tan tarde como en 1992, tiene lugar uno de los hitos de su carrera. La cinta Indochina le proporciona, además del Cesar, una nominación al Oscar como mejor actriz. El convento, Los ladrones, Bailar en la oscuridad, El elegido, Un cuento de Navidad, En un patio de París, La cabeza alta, El nuevo nuevo testamento, 3 corazones, Dos mujeres, La última locura de Claire Darling o La verdad prolongan la actividad frenética de una trayectoria ejemplar que se alarga ya más de sesenta años.
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