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por Sissi
Likeadora profesional
Un dato fundamental para decidir la actitud con respecto al tratamiento de un paciente es lo que llamamos la situación basal. No es lo mismo tener 80 años y, aunque con enfermedades, vivir solo y ser completamente independiente y con tus facultades mentales, que tener 65 años y demencia terminal u otra enfermedad que implique estar encamado y una mala calidad de vida. De manera habitual hay muchos factores que determinan la entrada a una UCI o incluso la decisión de ir a por todas porque el problema no es entrar a la UCI sino salir de ella con una perspectiva vital adecuada. La mayoría de la población no es consciente de lo que implica pasar semanas o incluso meses en los que puedes estar inconsciente, intubado con un respirador, con monitores que miden al minuto la cantidad de oxígeno en sangre, la orina producida al minuto o incluso la presión dentro del cráneo, dependiendo del motivo por el que hayas acabado allí. Además, al ser dado de alta de UCI se pasa a planta y dependiendo del tiempo se pueden tener secuelas que necesiten meses de rehabilitación.
A lo que quiero llegar es, incluso fuera de pandemia o con la UCI vacía, no es ético someter a un viejito encamado y demenciado, o incluso a una persona más joven pero que por el motivo que sea tiene una esperanza de vida limitada (p. ej. cáncer terminal) a todas esas medidas que igual pueden alargar el sufrimiento. En fin, no sé si realmente me explico, pero COVID o no COVID, no todo el mundo es candidato a entrar en una UCI o a que se trate activamente porque ante todo hay que ser capaces de valorar de dónde partimos (la calidad de vida previa) y a dónde podemos llegar (la calidad de vida posterior) para evitar acciones innecesarias que produzcan daño al paciente y a la familia