Soy la clienta ideal en ese aspecto (era por quitar un poco de hierro al asunto)LeFreak escribió: 25 Feb 2019, 12:06Exacto.Cuquina escribió: 25 Feb 2019, 11:59 Está claro que hay mil opiniones y formas de ver las cosas, pero me choca que te resulte inmoral, me llama la atención porque no lo veo así, eso no quiere decir que ninguna de las dos tengamos la razón absoluta, ya que cada una ve lo ve a su manera.
Lo vería inmoral y de hecho es ilegal, que todas las empresas de venta de ropa se pusieran de acuerdo para cobrar por las camisetas blancas de algodón mínimo 100€, pero no cuando cada uno tiene libertad para comprar esa camiseta o no hacerlo.
Yo si pudiera ganar 100.000€ al mes por hacer lo mismo que hago ahora y alguien estuviera dispuesto a pagarlo, no diría no porque me pareciera inmoral, simplemente es la ley de la oferta y la demanda, si hay demanda para esa oferta se seguirá vendiendo, si caen las ventas se bajará el precio hasta que se llegue al punto de equilibrio, es algo normal.
La indignación es una emoición que surge cua do sentimos que nuestros derechos esenciales son vulnerados.
O cuando el orgullo nos dice que nos están tratando de tontos.
Mi camiseta a 350€ no trata a nadie de tonto. Puedo tener mil razones para venderla a 350 en vez de a 35. Quizás en un futuro me sea más conveniente venderla a 35 en vez de a 350. Cada uno decide qué comprar a quien y cómo.
Que una prenda sea de seda y la otra de micro fibra de entrada no me da más información acerca de cual de las dos tiene mayor calidad. Necesito más datos. Si finalmente resulta que la de calidad inferior es la de precio más elevado me voy a enfadar si es la que más me gusta. De nuevo las emociones nos controlan.
Si no me dejo llevar y no la compro estoy lanzando un mensaje a la marca, y es que ese producto no es lo que busco. Si aparte de mi persona somos muchas más el mensaje será claro y la marca tomará nota.
El mercado funciona así. Ahora bien si esa prenda tan bonita, de calidad ínfima me la acabo comprando porque me ha enamorado, también estoy transmitiendo un mensaje muy claro a la marca y el mensaje es que esa prenda funciona muy bien como compra impulso.
La Venta Por Impulso se tiene muy en cuenta en Márketing.
Re: Poliéster de lux
42[mention]Cuquina[/mention] ser consciente y aceptarlo es mucho, ya lo tienes casi todo hecho
Re: Poliéster de lux
43[mention]LeFreak[/mention] Paso de luchar contra mi naturaleza, por ahora no creo que me lleve a la ruina
Re: Poliéster de lux
44https://www.emprendedores.es/gestion/a7 ... marketing/
Técnicas de marketing para provocar la compra por impulso
Una tercera parte de las compras se realizan por impulso. Son adquisiciones de última hora influidas por estrategias de marketing más o menos sutiles.
El cliente que hace cola en la tienda para pagar su compra repasa qué artículos puede haber olvidado, mira con impaciencia cómo avanzan los productos del cliente anterior... y añade a su carrito unas pilas que coge allí mismo, recuerda que necesita recambios para su maquinilla de afeitar al verlos frente a él y coge unos chicles del expositor que está a su derecha. Esto es compra por impulso. Una decisión de última hora que el consumidor toma sin pensar y que los especialistas en marketing intentan potenciar en los puntos de venta.
No en vano, el 65% de las decisiones de compra se producen en el punto de venta y cuatro de cada diez personas reconocen que gastan más de lo previsto inicialmente. Pero, sin duda, el dato más llamativo es el hecho de que el 29% de las compras (una de cada tres) se realice por impulso (el cliente compra y luego busca razones para justificar ese gasto).
EMOCIONES EN JUEGO
Aunque técnicamente algunos expertos sólo consideran compra por impulso la que se produce a última hora en el punto de venta, las campañas de publicidad y las promociones apelan continuamente a nuestras emociones para aumentar un consumo más o menos impulsivo. Esto explica que ese cliente influenciable, que en realidad es cualquiera de nosotros, elija unos chicles determinados, una marca de pilas concreta y unas hojas de afeitar con nombre y apellidos.
Esta decisión espontánea es también fruto de un estímulo concreto, en este caso, previo a su presencia en el lugar de venta. La publicidad de los productos y la manera de promocionarlos influye en la idea inconsciente que nos vamos creando sobre ellos y en la predisposición a incluirlos en nuestra compra.
La seducción de la publicidad. La primera condición para que un producto acabe formando parte de la cesta de la compra es que el cliente sea capaz de diferenciarlo de los demás. Éste es el mayor desafío para el marketing y el objetivo que persigue cuando recurre a mensajes que tocan la fibra sensible del consumidor
En marketing la objetividad no existe, distinguir un producto de otro por una característica técnica en concreto resulta, en muchas ocasiones, prácticamente imposible, y hay que diferenciarlo por un atributo, es decir, una característica que no se pueda medir. Por ejemplo, cuando BMW lanza el mensaje¿Te gusta conducir?, no está vendiendo un coche, vende una experiencia placentera.
La estrategia que sustente esa seducción apelará a valores asociados con los productos. Ya no manda el comportamiento del producto, sino lo que la marca dice de sí misma.
El punto de venta: la hora de la verdad. Sin duda, la publicidad en el punto de venta es la más eficaz para activar la compra por impulso.
Una estrategia global atractiva. El valor no sólo se crea a través de la comunicación, sino también con la reflexión estratégica que hay detrás. Un buen ejemplo de esto lo ofrece Swatch, compañía que ha logrado crear una marca global que interpreta perfectamente el individualismo, un fin en el que no sólo participa la comunicación y la publicidad, sino que también intervienen las relaciones públicas y en general toda la filosofía de empresa.
ASÍ SE INFLUYE EN EL CONSUMIDOR
La seducción es el camino, pero la dificultad surge a la hora de determinar cómo se aborda este trabajo. Algunas de las principales líneas estratégicas desde las que se puede intentar fomentar la compra emocional son:
Establecer un valor ligado al producto superior al que ofrece la competencia. Sin un valor detrás que la empuje, una marca es simplemente un nombre, un envoltorio vacío. El valor en cuestión tiene que ser sencillo y claro, capaz de sintetizarse en una palabra, y, sobre todo, seductor e interesante para el consumidor.
Ejemplos de ello son lo entrañable con el concepto Vuelve a casa por Navidad de los turrones El Almendro, o el silencio relacionado con los aparatos de aire acondicionado de Fujitsu.
Añadir una idea nueva a algo ya existente. En muchas ocasiones el producto basta por sí mismo, sólo hay que cambiar el punto de vista desde el que se comunica..
Buscar diferencias por la forma de comercializar el producto. Hay que recordar el gran éxito que consiguieron las máquinas de afeitar desde que apostaron por ubicarse en las góndolas de los puntos de venta, junto a las cajas. Hoy nadie piensa que se puedan encontrar en otro sitio. También el embalaje del producto puede ser decisivo en este empeño.
Orientar todas las acciones de comunicación al marketing emocional. Los límites del marketing se ensanchan y afectan cada vez a más rincones de la compañía. El responsable de marketing del nuevo siglo es una persona más flexible, que ha de aprender a convivir con la contradicción. Ya no existe la estrategia de tanques, volvemos a las armas blancas, a la guerrilla.
En esta línea se entiende que la estrategia, aunque tenga su parte más visible en la publicidad, se sustenta en otros pilares de comunicación y afecta a toda la política de la empresa hacia el exterior. La empresa Apple ofrece un buen ejemplo de ello: no sólo aporta una herramienta idónea para la creatividad, sino que el propio ordenador es un objeto llamativo y creativo desde el punto de vista del diseño.
Conectar con la realidad. El producto debe aportar lo que la emoción promete, pero también debe cumplir su función objetiva. Por ejemplo, los relojes Swatch basan su éxito en el diseño, pero también en una tecnología de calidad.
Convertir la compra en parte del ocio. Para que la estrategia funcione, la experiencia de compra debe ser un acto positivo, incluso se puede convertir en parte de la actividad de ocio del consumidor. La compra debe ser fácil y placentera, no una sucesión de obstáculos.
CLAVES PARA PROVOCAR LA COMPRA POR IMPULSO
¿Qué recursos tenemos a nuestro alcance para hacer que el consumidor se decante por nuestro producto? Las opciones pasan por todos los eslabones que componen el engranaje de una venta. Desde las emociones que puedas transmitir en los mensajes publicitarios para lanzar un producto hasta las promociones y ofertas concretas en el punto de venta.
Imagen de la marca. Cualquier padre llevará a sus hijos a ver la última película de Disney sin preocuparse por conocer antes el argumento. Sabe que será adecuada porque la compañía representa los valores familiares. De igual modo, cualquier marca que represente unos valores determinados encuentra el terreno abonado para la compra de sus nuevos productos.
Mundos ideales. La publicidad no busca reflejar el mundo tal como es, sino como idealmente nos gustaría que fuera. La cocina que se lustra con el limpiador de turno es inmensamente más grande que la nuestra, pero el consumidor prefiere el "engaño" a la realidad pura y dura.
Referencias s***ales. Son las que mejor captan nuestra atención. El consumidor reacciona instintivamente identificándose con situaciones eróticas que, muy posiblemente, le gustaría vivir.
Humor. Los esfuerzos de los creativos por recoger ocurrencias sorprendentes son un reflejo del éxito del humor en la publicidad. El mecanismo psicológico que se pone en juego es claro: un producto que resulta simpático tiene más posibilidades de acabar en la cesta de la compra.
Anuncio - realidad. Los testimonios funcionan porque hablan de tú a tú al consumidor.
Prescriptores famosos. Son muy efectivas las recomendaciones de famosos. De forma inconsciente, sus admiradores utilizan el producto para parecerse a ellos.
PROMOCIONES: EL PODER DE ATRACCIÓN DE LAS ‘GANGAS’
El marketing promocional se basa fundamentalmente en el precio, elemento fundamental de la compra por impulso. Funcionarán bien siempre que se cree una percepción de rebaja.
Reducción del precio. Se debe buscar un término medio, que resulte convincente para el consumidor y se adapte a nuestras necesidades de ingresos. Generalmente, por debajo del 10% el cliente no lo percibe como una oportunidad.
Cupones descuentos. Es la reducción del precio en una cuantía fijada en un vale que el consumidor entrega en el punto de venta o que puede enviar por correo. Este último ofrece la mejor respuesta, pero su coste es mayor.
Promesa de reembolso. Se trata de abonar una cantidad a los consumidores que envíen la prueba de compra. También se utiliza el vale que sólo se podrá hacer efectivo en una compra futura. Tiene un alto porcentaje de respuesta y es muy eficaz como herramienta para fidelizar al cliente.
Más producto por el mismo precio. Aumentar la cantidad de producto sin incrementar el precio tiene un alto índice de respuesta por parte de los consumidores. Su inconveniente es obvio: al coste de ofrecer más por menos dinero se suma el cambio de envase.
Prueba gratis. Es una técnica idónea para el lanzamiento de nuevos productos, especialmente si se trata de artículos de cosmética o de higiene personal.
Obsequios. Condicionar la entrega directa (sin sorteos) de un regalo a la compra de un producto siempre atrae al consumidor. Es más rentable la entrega del regalo tras el envío de pruebas de compra. Además, al limitarse el número de clientes que participan en la promoción puede incrementarse el valor del regalo.
Concursos. Es una de las técnicas de promoción más convencionales, aunque últimamente han perdido eficacia por saturación. Para que funcionen como mecanismo de compra por impulso deben divertir. De lo contrario, ni se planteará participar. Otros factores importantes son la dotación de los premios, determinar el tipo de público al que nos dirigirnos (lo cual condicionará el tipo de pruebas que se planteen), el reglamento por el que se regirán, etc.
Degustaciones. El tú a tú ha sido siempre la mejor estrategia de venta por impulso. Si a esta táctica le añadimos el compromiso que se crea al ofrecer algo a cambio de nada, las posibilidades de éxito se incrementan.
PUNTO DE VENTA: CREAR UN ENTORNO QUE INVITE A QUEDARSE
Toda labor de seducción encuentra un escenario que pone a prueba su efectividad: el punto de venta. Es la hora de la verdad en el proceso de compra por impulso.
Sonidos. La música actúa como filtro de control del tipo de público que queremos en el local o en un área determinada. Un volumen alto puede atraer al público más joven, pero limita la presencia de un segmento de más edad. Por contra, una música suave agradará a un espectro más amplio y favorecerá la permanencia en el establecimiento.
Olores. Su influencia es más evidente en las tiendas de alimentación. ¿Quién no se ha parado ante el escaparate de una pastelería atraído por el olor? Del mismo modo, en cualquier centro comercial el olor agradable hace más placentera la compra.
Aspecto visual. ¿Quieres que el público permanezca en el establecimiento o te interesa más una rotación rápida? En el primer caso, utiliza colores suaves, en el segundo, amarillos, rojos, naranjas como McDonald’s y Burger King.
Tacto. Algunas teorías de la psicología del consumidor señalan que, en el fondo, todos tenemos un sentimiento de posesión de las cosas que sale a relucir cuando manejamos cualquier producto en un comercio. En virtud de este instinto se genera una resistencia inconsciente a devolver algo que ya hemos probado, lo que puede convertirse en otro recurso para el establecimiento.
Una experiencia positiva. Conviene ofrecer servicios que puedan condicionar la movilidad del consumidor. Por ejemplo, un parking amplio y gratuito, como en la mayoría de los centros comerciales, o el cuidado de los niños mientras los padres realizan sus compras, como en las tiendas Ikea.
Carritos amplios. Si los carritos son muy pequeños se produce una mayor resistencia a comprar productos que no quepan en ellos. Además, los grandes hacen que el recorrido por los pasillos sea más lento (un efecto que aumenta a medida que los llenamos), prolongando también el tiempo de permanencia en la tienda.
Recorrido obligatorio. Una disposición de la tienda que obligue a un recorrido de derecha a izquierda nos ofrece un circuito que sigue nuestra tendencia cultural de circulación. Un recorrido en sentido contrario nos resultaría extraño. En comercios pequeños, donde no es posible establecer circuitos, se pueden simular mediante el mobiliario y los elementos de PLV.
Ubicación de los productos. La colocación en cabecera de pasillo, junto a las cajas o en góndolas determina una mayor o menor visibilidad de las marcas. También influye su colocación dentro de cada estantería. Desde el punto de vista del cliente se diferencian cuatro niveles en una góndola común: el superior (ojos), denominado también nivel de percepción, ya que su objetivo es atraer y retener la atención del consumidor; el nivel medio (manos), de alcance más cómodo para el comprador; el inferior (suelo), poco efectivo porque el cliente debe agacharse para coger el producto, y el nivel extra superior (cabeza), con el que no se pretende vender, ya que está fuera del alcance del consumidor.
De más a menos. La obligación de pasar por los productos más caros antes de llegar a los básicos es una práctica habitual en los hipermercados. Así, el consumidor se ve obligado a atravesar la zona de electrodomésticos, ocio, bazar, etc. para comprar una barra de pan o un brik de leche.
Elegir por el precio. La marca blanca del supermercado o hipermercado puede resultar exageradamente más barata que el resto. Sin embargo, en los electrodomésticos suele haber una diferencia apreciable entre el más caro y el más barato, aunque siempre se ofrece la opción de uno intermedio, que es por el que nos solemos decantar.
Oferta abrumadora. La profusión de marcas de un mismo producto puede hacer que el cliente se plantee consumirlo, aunque no forme parte de su lista habitual.
Vergüenza. La utilización de detectores en la salida sin compra hace que muchos consumidores se sientan obligados a consumir algo, por nimio que sea, para evitar pasar delante de ellos.
Diseño exterior del centro. Cobra más importancia en el comercio tradicional, ya que refleja la personalidad y estilo de la tienda; es decir, los elementos que la diferencian de las demás. En cuanto al escaparate, debe informar sobre el comercio, además de ser un elemento de atracción.
Animación. Un comercio sin público no invita a entrar en él, aunque las aglomeraciones también pueden resultar perjudiciales. Para lograr la animación deseada, se utilizan medios físicos como las cabeceras de góndola, donde rotan los productos ofertados; las islas, ubicadas fuera del lineal y sin contacto con otros productos; las pilas, hechas con productos grandes o que permitan un fácil apilamiento (su éxito se basa en que generan sensaciones de precio reducido), o los contenedores desordenados, con productos económicos por los que el cliente se siente atraído.
También contribuyen a animar el local las promociones y la presentación repetida del producto, la creación de ambientes temáticos relacionados con días concretos (día de la madre, fiestas locales, etc.) o la cercanía del personal del comercio, facilitando información sobre determinados productos o incluso protagonizando espectáculos.
Técnicas de marketing para provocar la compra por impulso
Una tercera parte de las compras se realizan por impulso. Son adquisiciones de última hora influidas por estrategias de marketing más o menos sutiles.
El cliente que hace cola en la tienda para pagar su compra repasa qué artículos puede haber olvidado, mira con impaciencia cómo avanzan los productos del cliente anterior... y añade a su carrito unas pilas que coge allí mismo, recuerda que necesita recambios para su maquinilla de afeitar al verlos frente a él y coge unos chicles del expositor que está a su derecha. Esto es compra por impulso. Una decisión de última hora que el consumidor toma sin pensar y que los especialistas en marketing intentan potenciar en los puntos de venta.
No en vano, el 65% de las decisiones de compra se producen en el punto de venta y cuatro de cada diez personas reconocen que gastan más de lo previsto inicialmente. Pero, sin duda, el dato más llamativo es el hecho de que el 29% de las compras (una de cada tres) se realice por impulso (el cliente compra y luego busca razones para justificar ese gasto).
EMOCIONES EN JUEGO
Aunque técnicamente algunos expertos sólo consideran compra por impulso la que se produce a última hora en el punto de venta, las campañas de publicidad y las promociones apelan continuamente a nuestras emociones para aumentar un consumo más o menos impulsivo. Esto explica que ese cliente influenciable, que en realidad es cualquiera de nosotros, elija unos chicles determinados, una marca de pilas concreta y unas hojas de afeitar con nombre y apellidos.
Esta decisión espontánea es también fruto de un estímulo concreto, en este caso, previo a su presencia en el lugar de venta. La publicidad de los productos y la manera de promocionarlos influye en la idea inconsciente que nos vamos creando sobre ellos y en la predisposición a incluirlos en nuestra compra.
La seducción de la publicidad. La primera condición para que un producto acabe formando parte de la cesta de la compra es que el cliente sea capaz de diferenciarlo de los demás. Éste es el mayor desafío para el marketing y el objetivo que persigue cuando recurre a mensajes que tocan la fibra sensible del consumidor
En marketing la objetividad no existe, distinguir un producto de otro por una característica técnica en concreto resulta, en muchas ocasiones, prácticamente imposible, y hay que diferenciarlo por un atributo, es decir, una característica que no se pueda medir. Por ejemplo, cuando BMW lanza el mensaje¿Te gusta conducir?, no está vendiendo un coche, vende una experiencia placentera.
La estrategia que sustente esa seducción apelará a valores asociados con los productos. Ya no manda el comportamiento del producto, sino lo que la marca dice de sí misma.
El punto de venta: la hora de la verdad. Sin duda, la publicidad en el punto de venta es la más eficaz para activar la compra por impulso.
Una estrategia global atractiva. El valor no sólo se crea a través de la comunicación, sino también con la reflexión estratégica que hay detrás. Un buen ejemplo de esto lo ofrece Swatch, compañía que ha logrado crear una marca global que interpreta perfectamente el individualismo, un fin en el que no sólo participa la comunicación y la publicidad, sino que también intervienen las relaciones públicas y en general toda la filosofía de empresa.
ASÍ SE INFLUYE EN EL CONSUMIDOR
La seducción es el camino, pero la dificultad surge a la hora de determinar cómo se aborda este trabajo. Algunas de las principales líneas estratégicas desde las que se puede intentar fomentar la compra emocional son:
Establecer un valor ligado al producto superior al que ofrece la competencia. Sin un valor detrás que la empuje, una marca es simplemente un nombre, un envoltorio vacío. El valor en cuestión tiene que ser sencillo y claro, capaz de sintetizarse en una palabra, y, sobre todo, seductor e interesante para el consumidor.
Ejemplos de ello son lo entrañable con el concepto Vuelve a casa por Navidad de los turrones El Almendro, o el silencio relacionado con los aparatos de aire acondicionado de Fujitsu.
Añadir una idea nueva a algo ya existente. En muchas ocasiones el producto basta por sí mismo, sólo hay que cambiar el punto de vista desde el que se comunica..
Buscar diferencias por la forma de comercializar el producto. Hay que recordar el gran éxito que consiguieron las máquinas de afeitar desde que apostaron por ubicarse en las góndolas de los puntos de venta, junto a las cajas. Hoy nadie piensa que se puedan encontrar en otro sitio. También el embalaje del producto puede ser decisivo en este empeño.
Orientar todas las acciones de comunicación al marketing emocional. Los límites del marketing se ensanchan y afectan cada vez a más rincones de la compañía. El responsable de marketing del nuevo siglo es una persona más flexible, que ha de aprender a convivir con la contradicción. Ya no existe la estrategia de tanques, volvemos a las armas blancas, a la guerrilla.
En esta línea se entiende que la estrategia, aunque tenga su parte más visible en la publicidad, se sustenta en otros pilares de comunicación y afecta a toda la política de la empresa hacia el exterior. La empresa Apple ofrece un buen ejemplo de ello: no sólo aporta una herramienta idónea para la creatividad, sino que el propio ordenador es un objeto llamativo y creativo desde el punto de vista del diseño.
Conectar con la realidad. El producto debe aportar lo que la emoción promete, pero también debe cumplir su función objetiva. Por ejemplo, los relojes Swatch basan su éxito en el diseño, pero también en una tecnología de calidad.
Convertir la compra en parte del ocio. Para que la estrategia funcione, la experiencia de compra debe ser un acto positivo, incluso se puede convertir en parte de la actividad de ocio del consumidor. La compra debe ser fácil y placentera, no una sucesión de obstáculos.
CLAVES PARA PROVOCAR LA COMPRA POR IMPULSO
¿Qué recursos tenemos a nuestro alcance para hacer que el consumidor se decante por nuestro producto? Las opciones pasan por todos los eslabones que componen el engranaje de una venta. Desde las emociones que puedas transmitir en los mensajes publicitarios para lanzar un producto hasta las promociones y ofertas concretas en el punto de venta.
Imagen de la marca. Cualquier padre llevará a sus hijos a ver la última película de Disney sin preocuparse por conocer antes el argumento. Sabe que será adecuada porque la compañía representa los valores familiares. De igual modo, cualquier marca que represente unos valores determinados encuentra el terreno abonado para la compra de sus nuevos productos.
Mundos ideales. La publicidad no busca reflejar el mundo tal como es, sino como idealmente nos gustaría que fuera. La cocina que se lustra con el limpiador de turno es inmensamente más grande que la nuestra, pero el consumidor prefiere el "engaño" a la realidad pura y dura.
Referencias s***ales. Son las que mejor captan nuestra atención. El consumidor reacciona instintivamente identificándose con situaciones eróticas que, muy posiblemente, le gustaría vivir.
Humor. Los esfuerzos de los creativos por recoger ocurrencias sorprendentes son un reflejo del éxito del humor en la publicidad. El mecanismo psicológico que se pone en juego es claro: un producto que resulta simpático tiene más posibilidades de acabar en la cesta de la compra.
Anuncio - realidad. Los testimonios funcionan porque hablan de tú a tú al consumidor.
Prescriptores famosos. Son muy efectivas las recomendaciones de famosos. De forma inconsciente, sus admiradores utilizan el producto para parecerse a ellos.
PROMOCIONES: EL PODER DE ATRACCIÓN DE LAS ‘GANGAS’
El marketing promocional se basa fundamentalmente en el precio, elemento fundamental de la compra por impulso. Funcionarán bien siempre que se cree una percepción de rebaja.
Reducción del precio. Se debe buscar un término medio, que resulte convincente para el consumidor y se adapte a nuestras necesidades de ingresos. Generalmente, por debajo del 10% el cliente no lo percibe como una oportunidad.
Cupones descuentos. Es la reducción del precio en una cuantía fijada en un vale que el consumidor entrega en el punto de venta o que puede enviar por correo. Este último ofrece la mejor respuesta, pero su coste es mayor.
Promesa de reembolso. Se trata de abonar una cantidad a los consumidores que envíen la prueba de compra. También se utiliza el vale que sólo se podrá hacer efectivo en una compra futura. Tiene un alto porcentaje de respuesta y es muy eficaz como herramienta para fidelizar al cliente.
Más producto por el mismo precio. Aumentar la cantidad de producto sin incrementar el precio tiene un alto índice de respuesta por parte de los consumidores. Su inconveniente es obvio: al coste de ofrecer más por menos dinero se suma el cambio de envase.
Prueba gratis. Es una técnica idónea para el lanzamiento de nuevos productos, especialmente si se trata de artículos de cosmética o de higiene personal.
Obsequios. Condicionar la entrega directa (sin sorteos) de un regalo a la compra de un producto siempre atrae al consumidor. Es más rentable la entrega del regalo tras el envío de pruebas de compra. Además, al limitarse el número de clientes que participan en la promoción puede incrementarse el valor del regalo.
Concursos. Es una de las técnicas de promoción más convencionales, aunque últimamente han perdido eficacia por saturación. Para que funcionen como mecanismo de compra por impulso deben divertir. De lo contrario, ni se planteará participar. Otros factores importantes son la dotación de los premios, determinar el tipo de público al que nos dirigirnos (lo cual condicionará el tipo de pruebas que se planteen), el reglamento por el que se regirán, etc.
Degustaciones. El tú a tú ha sido siempre la mejor estrategia de venta por impulso. Si a esta táctica le añadimos el compromiso que se crea al ofrecer algo a cambio de nada, las posibilidades de éxito se incrementan.
PUNTO DE VENTA: CREAR UN ENTORNO QUE INVITE A QUEDARSE
Toda labor de seducción encuentra un escenario que pone a prueba su efectividad: el punto de venta. Es la hora de la verdad en el proceso de compra por impulso.
Sonidos. La música actúa como filtro de control del tipo de público que queremos en el local o en un área determinada. Un volumen alto puede atraer al público más joven, pero limita la presencia de un segmento de más edad. Por contra, una música suave agradará a un espectro más amplio y favorecerá la permanencia en el establecimiento.
Olores. Su influencia es más evidente en las tiendas de alimentación. ¿Quién no se ha parado ante el escaparate de una pastelería atraído por el olor? Del mismo modo, en cualquier centro comercial el olor agradable hace más placentera la compra.
Aspecto visual. ¿Quieres que el público permanezca en el establecimiento o te interesa más una rotación rápida? En el primer caso, utiliza colores suaves, en el segundo, amarillos, rojos, naranjas como McDonald’s y Burger King.
Tacto. Algunas teorías de la psicología del consumidor señalan que, en el fondo, todos tenemos un sentimiento de posesión de las cosas que sale a relucir cuando manejamos cualquier producto en un comercio. En virtud de este instinto se genera una resistencia inconsciente a devolver algo que ya hemos probado, lo que puede convertirse en otro recurso para el establecimiento.
Una experiencia positiva. Conviene ofrecer servicios que puedan condicionar la movilidad del consumidor. Por ejemplo, un parking amplio y gratuito, como en la mayoría de los centros comerciales, o el cuidado de los niños mientras los padres realizan sus compras, como en las tiendas Ikea.
Carritos amplios. Si los carritos son muy pequeños se produce una mayor resistencia a comprar productos que no quepan en ellos. Además, los grandes hacen que el recorrido por los pasillos sea más lento (un efecto que aumenta a medida que los llenamos), prolongando también el tiempo de permanencia en la tienda.
Recorrido obligatorio. Una disposición de la tienda que obligue a un recorrido de derecha a izquierda nos ofrece un circuito que sigue nuestra tendencia cultural de circulación. Un recorrido en sentido contrario nos resultaría extraño. En comercios pequeños, donde no es posible establecer circuitos, se pueden simular mediante el mobiliario y los elementos de PLV.
Ubicación de los productos. La colocación en cabecera de pasillo, junto a las cajas o en góndolas determina una mayor o menor visibilidad de las marcas. También influye su colocación dentro de cada estantería. Desde el punto de vista del cliente se diferencian cuatro niveles en una góndola común: el superior (ojos), denominado también nivel de percepción, ya que su objetivo es atraer y retener la atención del consumidor; el nivel medio (manos), de alcance más cómodo para el comprador; el inferior (suelo), poco efectivo porque el cliente debe agacharse para coger el producto, y el nivel extra superior (cabeza), con el que no se pretende vender, ya que está fuera del alcance del consumidor.
De más a menos. La obligación de pasar por los productos más caros antes de llegar a los básicos es una práctica habitual en los hipermercados. Así, el consumidor se ve obligado a atravesar la zona de electrodomésticos, ocio, bazar, etc. para comprar una barra de pan o un brik de leche.
Elegir por el precio. La marca blanca del supermercado o hipermercado puede resultar exageradamente más barata que el resto. Sin embargo, en los electrodomésticos suele haber una diferencia apreciable entre el más caro y el más barato, aunque siempre se ofrece la opción de uno intermedio, que es por el que nos solemos decantar.
Oferta abrumadora. La profusión de marcas de un mismo producto puede hacer que el cliente se plantee consumirlo, aunque no forme parte de su lista habitual.
Vergüenza. La utilización de detectores en la salida sin compra hace que muchos consumidores se sientan obligados a consumir algo, por nimio que sea, para evitar pasar delante de ellos.
Diseño exterior del centro. Cobra más importancia en el comercio tradicional, ya que refleja la personalidad y estilo de la tienda; es decir, los elementos que la diferencian de las demás. En cuanto al escaparate, debe informar sobre el comercio, además de ser un elemento de atracción.
Animación. Un comercio sin público no invita a entrar en él, aunque las aglomeraciones también pueden resultar perjudiciales. Para lograr la animación deseada, se utilizan medios físicos como las cabeceras de góndola, donde rotan los productos ofertados; las islas, ubicadas fuera del lineal y sin contacto con otros productos; las pilas, hechas con productos grandes o que permitan un fácil apilamiento (su éxito se basa en que generan sensaciones de precio reducido), o los contenedores desordenados, con productos económicos por los que el cliente se siente atraído.
También contribuyen a animar el local las promociones y la presentación repetida del producto, la creación de ambientes temáticos relacionados con días concretos (día de la madre, fiestas locales, etc.) o la cercanía del personal del comercio, facilitando información sobre determinados productos o incluso protagonizando espectáculos.
Re: Poliéster de lux
45Es una decisión consciente, el dejarte llevar por el impulso.Cuquina escribió: 25 Feb 2019, 12:15 @LeFreak Paso de luchar contra mi naturaleza, por ahora no creo que me lleve a la ruina
15OFF 15% en HM ahora
Re: Poliéster de lux
47[mention]LeFreak[/mention] Qué capulla¡¡¡ Con H&M estoy a salvo, casi nunca encuentro nada¡¡¡
Re: Poliéster de lux
48Quieres mi wishlist?Cuquina escribió: 25 Feb 2019, 12:24 @LeFreak Qué capulla¡¡¡ Con H&M estoy a salvo, casi nunca encuentro nada¡¡¡
Re: Poliéster de lux
49ABBC3_OFFTOPIC
[mention]LeFreak[/mention] NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, estoy muy tranquilita, apenas miro nada de NT, estoy mirando escapada y vacaciones, con eso ya tengo bastante
Re: Poliéster de lux
50Cuquina escribió: 25 Feb 2019, 12:29ABBC3_OFFTOPIC
@LeFreak NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, estoy muy tranquilita, apenas miro nada de NT, estoy mirando escapada y vacaciones, con eso ya tengo bastante
ABBC3_OFFTOPIC
Yo también tengo que ponerme las pilas con la reserva de vacaciones dame ideas
Re: Poliéster de lux
51HOmbre, LeFreak, faltaría más. Aquí cada una opina lo que bien le parece y se indigna por lo que el cuerpo le pide. Pero es que tú habías escrito "hay que evitar indignarse", así, en imperativo, y eso no. Ni hay que evitar indignarse ni quiero hacerlo.LeFreak escribió: 24 Feb 2019, 19:04 Hoo hablo en general, tú indígnate por lo que quieras pero esto es un foro de opinión si tú opinas, yo también. Y mi opinión es que nos indignamos con mucha facilidad y no es justo.
El ejemplo de Stella McCartney que me pones no me vale, que seguro que tiene unas telas artificiales que son un lujazo, no lo dudo, y sabiendo lo concienciada que está con el tema ecológico, seguramente están fabricadas de manera más respetuosa con la naturaleza que muchas sedas y algodones. Pero Stella McCartney no es algo que esté al alcance de la consumidora media, precisamente.
A mí sí que me resulta indignante y preocupante, que nos hayamos metido en un sistema, en el que encontrar ropa de fibras naturales a precios asequibles requiera un esfuerzo de voluntad y de concienciación tan grande por parte de las compradoras, porque por inercia, la parte de la población que va a "votar" en contra de ese sistema no consumiendo poliéster a precio de oro (me ha encantado la expresión), es ínfima. Requiere demasiado esfuerzo: en tiempo, dinero y placer (no es fácil encontrar diseños que te gusten con tantos impedimentos).
Y eso ha sido lo que me ha indignado, precisamente. Que cuando me he concienciado un pelín y he tomado la decisión de sacrificar una parte de mi presupuesto, para intentar conseguir elaborado de otra manera, me he encontrado con que no era suficiente. Que pagar 200 euros en vez de 50 por un vestido no basta para que, al menos, no esté hecho de plástico puro.
No sé, creo que hemos entrado en un círculo de consumismo enloquecido, en el que cada vez estamos dispuestas a pagar más y más por productos de cada vez peor y peor calidad, sin preocuparnos ya no de la trampa en la que estamos cayendo sino en que nos estamos cargando el planeta enterito.
Re: Poliéster de lux
52Es muy fácil romper ese círculo [mention]Bicharraca[/mention] , tomate las cosas como quieras faltaría más. Consume lo esencial y ya habrás solucionado una parte de cargo de conciencia.
E insisto que nos indignamos con una facilidad que espanta. Parece que sintamos que tenemos unos derechos adquiridos que no sé yo. Si no quieres entrar en la rueda, no entres. Compra lo imprescindible. O practica la economía de trueque e intercambio.
El planeta nos lo estamos cargando de muchas maneras no sólo por vestir poliéster.
E insisto que nos indignamos con una facilidad que espanta. Parece que sintamos que tenemos unos derechos adquiridos que no sé yo. Si no quieres entrar en la rueda, no entres. Compra lo imprescindible. O practica la economía de trueque e intercambio.
El planeta nos lo estamos cargando de muchas maneras no sólo por vestir poliéster.
Re: Poliéster de lux
53Cuquina escribió: 25 Feb 2019, 07:42 @Sorcière no puedo cabrearme porque quiera un vestido de Max Mara y me parezca caro, la viscosa y otros tejidos de estas marcas no tiene nada que ver con el de tiendas como Zara, Bershka o similares
Cuquina, creo que no me has entendido. Yo no me cabreo porque quiera comprar ropa en Max Mara y me parezca caro. Te aseguro que mi interés por vestir de una marca o de otra es nulo, es más, evito como la peste cualquier bolso o prenda que lleve un logotipo reconocible de cualquier marca de prestigio. Si quieren que les haga publicidad, que me paguen.
Me cabreo porque me gustaría comprar ropa de mejor calidad y fibras naturales y sí, acepto que para hacerlo tengo que pagar más de lo que pago por un vestido de Zara (no porque el algodón sea caro, que no lo es, sino porque a más poder adquisitivo o mayor disponibilidad a gastar dinero del cliente objetivo mayor margen de beneficio para el vendedor). Incluso mucho más de lo que pago por un vestido de Zara. Y resulta que ni aún así puedo hacerlo, porque aunque pague 2,3 4 y hasta 10 veces más y me dirija a marcas que en teoría ofrecen más calidad, lo que me siguen ofreciendo es poliéster.
Y también me cabreo porque hace x años, una marca de gama media alta, como Carolina Herrera, no utiizaba poliéster ni de coña. ¿Por qué? Porque su clienta tipo lo habría rechazado y se lo habrían comido con papas. Hace
En cuanto a lo de que los tejidos no tienen nada que ver, permíteme que te lo discuta. Entiendo que eso es lo que venden ese tipo de marcas. Pero date una vuelta por las tiendas, mira las costuras, los dobladillos inexistentes, los forritos, pásale una mano por encima a los jerseys eléctricos y sorpréndete. No digo que sea la calidad de un Bershka o un Primark. Ni la de la mayoría de las prendas que venden hoy en día en Zara. Pero sí la de Zara de hace 10 o 15 años.
Y ya por terminar, creo que hay otra cosa que tampoco he explicado bien. No. No me indigno con la marca ni con el empresario espabilado que ha encontrado la forma de obtener el máximo beneficio por la mínima inversión. Esa es su naturaleza. Igual que no me indigna que un futbolista cobre las millonadas que cobra, porque si le pagan ese dineral es porque genera mucho más. Y no me indigno porque un restaurante "experiencia gastronómica" tenga un servicio nefasto, como suele ser habitual. Es la ley de la oferta y la demanda.
Me indigno con nosotras. Las consumidoras. Porque si cada vez todo es más caro y de peor calidad es porque somos tan bobas (y me incluyo) que estamos dispuestas a pagarlo y lo pagamos.
Última edición por Bicharraca el 25 Feb 2019, 18:58, editado 1 vez en total.
Re: Poliéster de lux
54Pues hemos de ser más listas, para lo que es necesario comprar reflexivamente y no caer en la compra impulsiva.
Pero hay que tener claro que fibra natural no es, hoy, garantía de nada.
Pero hay que tener claro que fibra natural no es, hoy, garantía de nada.
Re: Poliéster de lux
55Es que no quiero practicar la economía de trueque e intercambio, ni quiero lavar mi conciencia.LeFreak escribió: 25 Feb 2019, 17:37 Es muy fácil romper ese círculo @Bicharraca , tomate las cosas como quieras faltaría más. Consume lo esencial y ya habrás solucionado una parte de cargo de conciencia.
E insisto que nos indignamos con una facilidad que espanta. Parece que sintamos que tenemos unos derechos adquiridos que no sé yo. Si no quieres entrar en la rueda, no entres. Compra lo imprescindible. O practica la economía de trueque e intercambio.
El planeta nos lo estamos cargando de muchas maneras no sólo por vestir poliéster.
Me da la impresión de que no lees ni lo que he escrito yo ni lo que han escrito otras foreras.
Aquí nadie ha hablado de que nos creamos con derecho a tener lo mismo que tienen los ricos, ni a que queramos vestir con marcas de lujo, ni nada parecido. Y yo al menos, no me he indignado en ningún momento con las marcas ni las empresas. En serio, creo que lees lo que quieres leer. Yo a las empresas las comprendo perfectamente.
Pero decís por ahí que la cosa no va de si los consumidores son bobos o no y yo creo que sí. Las marcas de gama media/alta hace años estaban obligadas a ofrecer tejidos de calidad porque si no, no vendían. Sinceramente, yo no me imagino a mi abuela entrando en Carolina Herrera y llevándose un vestido de poliéster por el equivalente de 600 euros de la época. Bueno, la verdad es que tampoco me la imagino pagando 600 euros por nada que no estuviera hecho a medida. Ni esperando media hora a que le traigan la cuenta en un restaurante porque el chef tiene nombre. Ni tantas otras cosas que ahora aceptamos con tanta facilidad.
Y como los consumidores eran más exigentes, las marcas tenían que cumplir con unos estándares mínimos de calidad. No porque fueran más éticas, ni tuvieran más conciencia, ni fueran más amables. Sino por interés propio. Igual que ahora. Sabían qué era lo que tenían que hacer para vender y sabían que si no ofrecían un mínimo de calidad, el consumidor se iba a otro sitio.
Así que sí, yo sí creo que las consumidoras somos mucho más bobas ahora que antes. Y que con tal de hacer de todo, tenerlo todo y no sentirnos excluidas tragamos con lo que nos pongan por delante y de ese modo le hemos entregado todo el poder a las marcas.
Y no es cuestión de querer pagar menos ni obtener las cosas más baratas. Saliendo del tema de la ropa, por ejemplo, a mí me gustaría poder ir a un buen restaurante, sin importarme lo que tenga que pagar, para tener un buen servicio. Pero estoy harta de comprobar que la clave no está en lo que pagues porque ni el prestigio ni el precio del cubierto te garantizan (con honradísimas excepciones, por supuesto) un buen servicio desde hace años, en casi ningún sitio.
Y sí, claro, puedo optar por ejercer mi poder como consumidora y no ir a esos sitios. De hecho, es lo que hace ya un tiempo que he decidido, que no merece la pena. Pero si ese sitio sigue llenando las mesas todas las noches, porque el quiero y no puedo se nos ha ido tanto de las manos que a la gente le da igual tener que llamar al camarero 3 veces para que le traiga el pan, ¿de qué vale? Yo me quedo en mi casa, a la empresa no le llega ninguna señal de insatisfacción de los consumidores que le merezca la pena tener en consideración, y la calidad sigue empeorando y los precios subiendo.
Y repito, no es culpa de la empresa. Es culpa de los consumidores.
Re: Poliéster de lux
56Pues yo tengo la sensación contraria, de que a muchos de los consumidores actuales nada les satisface, todo es caro y existe un nivel de exigencia y de expectativas personales tan altas que nada es suficiente.
Que algo tenga un precio alto para una persona no quiere decir que tenga que ser el santo grial.
En mi caso disfruto de casi todo enormemente , de ir a un restaurante, comprarme algo sea caro o barato o de ir a un spa, tiene que ser una experiencia muy mala para que me arruine la experiencia, no me gusta estar en estado de crispación y no me siento boba por comprar un vestido de viscosa, al contrario si me gusta y me queda bien voy como cría con zapatos nuevos, tengo vestidos de viscosa de 200€ y otros de 15€ y puedo asegurar que no me sientan igual pero al final se trata de que nos sintamos bien, con independencia de lo que cueste.
Que algo tenga un precio alto para una persona no quiere decir que tenga que ser el santo grial.
En mi caso disfruto de casi todo enormemente , de ir a un restaurante, comprarme algo sea caro o barato o de ir a un spa, tiene que ser una experiencia muy mala para que me arruine la experiencia, no me gusta estar en estado de crispación y no me siento boba por comprar un vestido de viscosa, al contrario si me gusta y me queda bien voy como cría con zapatos nuevos, tengo vestidos de viscosa de 200€ y otros de 15€ y puedo asegurar que no me sientan igual pero al final se trata de que nos sintamos bien, con independencia de lo que cueste.
Re: Poliéster de lux
57A mí también me indigna bastante que se venda poliéster a precio de seda. Me parece -intentar- tomarle el pelo a la gente. Odio el poliéster con toda mi alma, además, a poco que sudes, eso apesta a chotuno pero en plan peor, porque encima es como una peste fuerte y química.
Pero vamos, la solución es fácil. Prendas de algodón tienen todas las marcas y a buenos precios. Y el lino, a quien le guste, menos, pero tb se encuentra con facilidad.
La viscosa no me importa, lo único que hay que tener cuidadín al lavarlo porque encoge, si es el tejido que yo pienso, que no estoy totalmente segura.
Y hay un tejido que acabo de descubrir y que me tiene loca de amor, que viene del eucalipto. Googleo y vuelvo: TENCEL o LYOCELL. Tengo varias camisetas de H&M de eso y es un tejido maravilloso.
(Tengo un ligero deja vú con esta conversación...)
Pero vamos, la solución es fácil. Prendas de algodón tienen todas las marcas y a buenos precios. Y el lino, a quien le guste, menos, pero tb se encuentra con facilidad.
La viscosa no me importa, lo único que hay que tener cuidadín al lavarlo porque encoge, si es el tejido que yo pienso, que no estoy totalmente segura.
Y hay un tejido que acabo de descubrir y que me tiene loca de amor, que viene del eucalipto. Googleo y vuelvo: TENCEL o LYOCELL. Tengo varias camisetas de H&M de eso y es un tejido maravilloso.
(Tengo un ligero deja vú con esta conversación...)
Re: Poliéster de lux
58Yo pienso en la línea de [mention]Cuquina[/mention] Soy muy difrutona y muchas veces totalmente consciente de que en ocasiones compro cosas que no parecen valer lo que cuestan, pero cómo me hacen bastante feliz mi cabeza me dice "pues tira que va, que te quiten lo bailao". Eso no quita que a la vez sea muy reflexiva la mayoría de las veces e intente comprar con cabeza, esto me lo han dado los años.
Otra cosa es que vea casos que piense "madre qué despropósito" como la camiseta que sacó Vetements que era como las de los mensajeros de DHL y costaba un riñón, pues me da la risa y me parece un poco como la fábula del traje nuevo del emperador, pero si se vende, hay personas felices de pagar esa pasta por mi bien.
Y en el tema calidades me adapto también muy bien, si algo me gusta y me sienta bien dentro de una calidad aceptable me da lo mismo que sea de HyM que de firma. Voy igual de a gusto, de hecho mi armario es muy ecléptico . Y por mi experiencia [mention]LeFreak[/mention] tiene razón en que hay tejidos sintéticos de calidad maravillosa.
Otra cosa es que vea casos que piense "madre qué despropósito" como la camiseta que sacó Vetements que era como las de los mensajeros de DHL y costaba un riñón, pues me da la risa y me parece un poco como la fábula del traje nuevo del emperador, pero si se vende, hay personas felices de pagar esa pasta por mi bien.
Y en el tema calidades me adapto también muy bien, si algo me gusta y me sienta bien dentro de una calidad aceptable me da lo mismo que sea de HyM que de firma. Voy igual de a gusto, de hecho mi armario es muy ecléptico . Y por mi experiencia [mention]LeFreak[/mention] tiene razón en que hay tejidos sintéticos de calidad maravillosa.
Re: Poliéster de lux
59LeFreak escribió: 25 Feb 2019, 17:37 Consume lo esencial y ya habrás solucionado una parte de cargo de conciencia.
E insisto que nos indignamos con una facilidad que espanta. Parece que sintamos que tenemos unos derechos adquiridos que no sé yo. Si no quieres entrar en la rueda, no entres. Compra lo imprescindible. O practica la economía de trueque e intercambio.
El planeta nos lo estamos cargando de muchas maneras no sólo por vestir poliéster.
This.
Mejor una camiseta de poliester, y solo una hasta que este en las ultimas, que 10 de algodon ecologico cada temporada.
Tengo invitaciones para BestSecret. MD si te interesa.
Re: Poliéster de lux
60No sé, serán etapas. Yo siempre me he considerado super disfrutona. Y creo que lo sigo siendo. De hecho creo que lo soy más que nunca porque estoy en una etapa de mi vida en la que mi trabajo, las personas que me rodean y lo que hago en mi día a día cotidiano me llena mucho. Me lo paso bien desde que me levanto hasta que me acuesto.
Y creo que a lo mejor por eso me producen menos subidón otras cosas. Por ejemplo, en una época en la que tenía un trabajo aburridísimo, que se ma hacía eterno y necesitaba más consumir, y compraba marcas e iba a locales de moda, aunque supiera que era una clavada, como si fuera un chute para subirme la moral. Y ahora, como estoy en una etapa en la que tengo la sensación de que me lo paso bien todo el rato, me niego a gastar tiempo o dinero en cosas que veo que no lo merecen.
Y creo que a lo mejor por eso me producen menos subidón otras cosas. Por ejemplo, en una época en la que tenía un trabajo aburridísimo, que se ma hacía eterno y necesitaba más consumir, y compraba marcas e iba a locales de moda, aunque supiera que era una clavada, como si fuera un chute para subirme la moral. Y ahora, como estoy en una etapa en la que tengo la sensación de que me lo paso bien todo el rato, me niego a gastar tiempo o dinero en cosas que veo que no lo merecen.