Es que no es tan fácil. Porque sitios hay muchos, pero que trabajen bien, pocos.
Hace tiempo llevé unos vaqueros a que les cambiaran la cremallera que se había roto. Ya veis, qué complicación. Pues el primer día la cremallera se rompió, porque era de calidad pésima. Fui a protestar y me soltó la tía que la habría reventado yo, porque los pantalones me estaban pequeños
Vamos, me planté allí los pantalones para que viera que me sobraban cuatro dedos de cintura (eran mis pantalones “de regla” para cuando estoy especialmente hinchada, lo cual no era el caso) Y la tía me dijo que no me devolvía el dinero. Lo que pasa es que iba con mi madre y ella me dijo de irnos, pero le tendría que haber plantado una buena reclamación. Cerró al poco tiempo y no me extraña.