Una de las vindicaciones clásicas de las mujeres con discapacidad es precisamente eso, que se las considere mujeres. Puede parecer algo obvio, ya que se trata de hembras adultas humanas, pero se las invisibiliza bajo el epígrafe de personas con discapacidad.
Las mujeres con discapacidad en la sociedad patriarcal ansían alcanzar el canon de belleza, cumplir las expectativas de procreación y cuidado de las crías, ser perfectas amas de casa, obedeciendo al esclavo rol del cuidado, entendido como trabajo invisible, carente de la cobertura económica como defiende la doctora M. Ángeles Durán en La riqueza invisible del cuidado.
Tanto mujeres como hombres con discapacidad han asumido los mandatos del patriarcado imperante sin verse presionadas a ello, como una forma de acercarse a la “normalidad”. Sobre la base de este razonamiento, el pasado 11 de septiembre, la consejera de Servicios Sociales e Igualdad de la Junta de Andalucía,
María José Sànchez Rubio (no es mi intención criticar ni a ella, ni a su partido, ni a su administración) en su muro de Facebook publicaba una loa a una muchacha de 21 años con Síndrome de Down que “cumplía su sueño” de desfilar en la pasarela de Nueva York. Dicha publicación recibió muchos parabienes, valorando, sobre todo, el esfuerzo de los padres. Paso a reproducir la publicación de mi propio muro que resume lo que pasó a continuación: “Ante las alabanzas acríticas en el muro de María José Sánchez Rubio por una publicación celebrando “el gran logro» de Mrian Àvila que significa ser modelo y desfilar en la pasarela de Nueva York, yo afirmaba que eso no suponía ningun logro y que era plegarse a los mandatos del patriarcado y que en nada ayuda a la imagen de las mujeres con discapacidad.
Una militante del PSOE que tiene discapacidad me ha respondido que la chica es preciosa y que tiene un cuerpazo, que hay otras prostituciones para personas con discapacidad que cuentan con el beneplácito de las administraciones públicas. Esto es mucho más largo de contar y por no liaros, resumo, ella se refería a la asistencia s*xual, le dije que al no estar regulada, las administraciones nada tenían que decir, que si contaba con el apoyo de asociaciones como ASPACE y le puse mi artículo sobre la Asistencia s*xual donde no cito a ASPACE por evitarme problemas. A todo esto, el resto de parroquianos seguían aplaudiendo el cumplimiento de un sueño e ignorando mis argumentos. Mi querido compañero, Víctor Villar Epifanio, salió en mi ayuda con estas palabras:
«¿Alguien ha leído lo que ha dicho Mari Mar Molpeceres o solamente vale la alabanza acrítica?
Hagamos un análisis:
En primer lugar. Ese “esfuerzo” de los progenitores consiste en hacer unas llamadas para que su hija desfile como modelo. ¿Es ese el ejemplo de mujer que queremos para las mujeres con discapacidad? ¿O es que las mujeres sin discapacidad ya empiezan a no querer interpretar ese papel para el patriarcado,(véase el #Metoo), y se buscan sustitutivos dóciles (mujeres con discapacidad) o estereotipados(mujeres trans).
En segundo lugar. Ese supuesto logro, no beneficia a la totalidad del colectivo, ni siquiera a una minoría. Creo que un cargo público, como la propietaria de este muro, debería preocuparse más de un niño con autismo sin apoyos en un Colegio Público.
En tercer lugar. Parecéis querer ignorar lo que Mar ha dicho de ASPACE. Las asociaciones actúan de acuerdo a la ideología de las personas que las componen. En este artículo lo explico más ampliamente:
http://diario16.com/vuelta-la-politica-asociativa/ . Basta ya de santificar al asociacionismo. En el caso de los Down, se por experiencia que son sectores conservadores quienes dirigen esas asociaciones. Familiares bien relacionados y acomodados, así que me figuro que, como decía antes, no tuvieron que hacer mucho esfuerzo los progenitores.
En fin. Por si os interesa la opinión de las únicas dos personas con discapacidad y activistas del asociacionismo que hay aquí. ¿Nos vais a seguir ignorando?»
Desde mi punto de vista, el problema de las mujeres con discapacidad está en ese afán de mimetizar el constructo de mujer tradicional. Tienen la oportunidad de empoderarse formándose y así, eludir las órdenes patriarcales. Ese debe ser su verdadero sueño a cumplir. No se lo van a poner fácil ni van a aplaudir su valentía.