Este fin de semana hemos tenido un bautizo. Era el primer evento que teníamos desde la pandemia. Así que allá fuimos cargados con todo el kit pandémico.
Al llegar a la iglesia, por tema pandemia y distancia de seguridad, nos sentaron muy separados unos de otros, y los niños aparte.
Aquí tengo que explicar que mi marido y yo no somos religiosos. Estamos casados por lo civil y mis hijos no están bautizados. Tampoco estudian religión en el colegio. Cuando mi hijo mayor pregunta algo, se lo explicamos todo con respeto, y le decimos que él, si quiere, podrá elegir la religión que quiera cuando sea mayor. Pero una parte de nuestra familia es MUY religiosa. Mucho, mucho
Y el bautizo era con esa parte de la familia.
Total, que yo les había insistido mucho a mis hijos con que en la iglesia tenían que portarse muy bien, que aquel acto era algo muy importante. Y la verdad es que se portaron muy bien. Demasiado bien, diría yo
Llega el momento del sermón, y el cura, viendo tanto chiquillo, quiso hacer aquello más ameno, y no se le ocurrió otra cosa que preguntar a los niños sobre la lectura, la Semana Santa, la Pasión de Cristo...
Primera pregunta que hace. Un niño responde a gritos “¡¡¡siete!!!”. Respuesta muy incorrecta. Segunda pregunta. Mismo niño responde todo entusiasmado una respuesta que tampoco tenía que ver nada con aquello. Siguiente pregunta, mismo niño responde “¡no tengo ni idea!”. Y así con cada pregunta que se formulaba.
Y si, efectivamente era mi hijo mayor, que se pensaba que les estaban haciendo un examen a traición, y allí estaba el pobre súper nervioso contestando a aquellas preguntas, de las que no tenía ni idea, lo primero que se le venía a la cabeza. Y por mas que yo estuviera desde lejos haciéndole señales para que parara
Se puso tan nervioso que no podía parar de responder, para admiración de todos los niños que allí estaban, que no se atrevían a abrir la boca
¡Pero que se ponía de pie y todo para responder!
Al final, el cura lo dio por imposible y siguió con su sermón
Digamos que una parte (pequeña) de la familia estaba encantada con el desparpajo de mi hijo
pero otra parte de la familia ya estaba buscando el teléfono de un exorcista como poco
Así que ya sabéis. Si vais a una ceremonia y tenéis un hijo que no puede dejar de contestar a las preguntas formuladas al aire, sepa o no las respuestas, porque se piensa que aquel acto solemne donde les han sentado tan separados es un examen sorpresa, NO os sentéis muy lejos, o pasaréis un pelín de vergüenza
Me imagino que después de esta experiencia, el cura se abstendrá de volver a salirse del guion y lanzar preguntas a los niños. No descartamos que nos prohíba la entrada a la próxima