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por Malen
Egofloja
Por si alguna le sirve, os cuento mi caso (que creo que alguna vez lo he contado)
Toda la vida me ha sobrado peso, siempre. De pequeña no me sobraba una barbaridad pero si 5 o 6, que luego pasaron a ser 10, 12, 15... la curva ascendía. En casa comía sano (pero más calórico que lo que mi metabolismo demanda), y hacía deporte (gimnasia rítimica, ballet, natación, mis padres me llevaban a andar... de todo). Adolescencia con sobrepeso, universidad con sobrepeso, una vida con sobrepeso hasta que un día de principios de abril de 2017, sin más ni más, dije "voy a pesarme" y ay señor... 86.9. Y me asusté.
El peso era algo que me había acomplejado siempre y que me había privado de hacer cosas que cualquier persona hacía con total normalidad, tranquilidad, cotidianidad... y por eso mil dietas distintas: no mezclar hidratos con protes, la del bocadillo, esta, aquella, la otra... sí, muy bien, 2 kilos menos pero luego ¿qué? Luego nada, me cansaba, me aburría y los kilos de vuelta con alguno más seguro.
Cuando vi el peso, 86.9, me dije a mí misma que se acabó, que ya estaba bien. Me merecía verme y sentirme bien por salud y por estética. Y que hay que bajar esa cifra.
Primero la meta de los 85, la de los 80, 75, 70... hasta llegar a los 60. Perdí 27 kilos por el camino, el grueso gordo en 8-10 meses y los restantes, en los meses siguientes (en total, año y medio largo). Desde entonces, tuve una temporada que me mantuve muy bien kilo arriba, kilo abajo. ¿Ha sido fácil? No. Es un camino muy largo, mucho, en el que muchas veces no ves resultados, lo haces todo bien y te subes a la báscula con toda la ilusión y ves que has bajado 100 gramos de mierda. ¿Qué es esto? Pues esto es parte del proceso, pero cuesta asumirlo. No hay que tirar la toalla, hay que cogerla con más fuerza porque esta semana no ha sido, igual la que viene tampoco, pero ay cuando ves un -1,2 en la báscula. La satisfacción personal que te genera es tremenda "yo puedo, claro que puedo".
Durante todo ese proceso no conté calorías, ni me guio un profesional pero sí leí mucho y apliqué la regla básica e infalible del "hay que quemar más de lo que se ingiere". Todo a la plancha, mucho pescado, carne blanca, verduras para parar un tren, fuera todo tipo de azúcares, no bebo ni fumo, los hidratos con cierta mesura, mucha proteína... y una vida mucho más activa. Andando a todas partes posibles, me bajaba una parada antes del metro o bus y si podía no lo cogía, escaleras para todo (y si iba con recados, los recados al ascensor y yo a patita)... y pesas, conocí los beneficios de los hierros. Pero, sobre todo, por encima de todo, la clave no ha sido ni el cambio de hábitos, ni el deporte... lo fundamental ha sido la cabeza. El 100% de lo que hagas es la mente, hay que querer hacerlo para poder hacerlo. Y se puede, claro que se puede pero estando convencida. El a medias nunca da buen resultado. O se está o no se está.
Recuerdo perfectamente que comencé la dieta el 7 de abril de 2017 y mi primera licencia fue el 24 de diciembre, en la cena de Nochebuena. Durante los meses siguientes sí que me di alguna licencia, pero contadísima porque lo fácil es que se te vaya de las manos. Tuve días malos, días de querer comerme una vaca, o directamente de comerme una barra de pan. O una hamburguesa gourmet gocha (que me fliipan) o tostadas con mantequilla... y alguna vez lo hice,, en muy contadas ocasiones, lo hice. ¿Y qué pasa? Pues no pasa nada. Borrón y cuenta nueva, mañana será otro día y que me quiten lo bailao´ y lo disfrutado. Pero hay que tener claro que es la excepción, y a mí me costó a veces tener claro que era la excepción. Y eso que empecé con alguna licencia cuando ya había perdido tranquilamente 20 kilos, o quizá más. Hasta entonces, nada de nada.
Hay gente que me ha dicho "oye Malen, y has pasado hambre?" No. Pero como decía mi abuela "sí he pasado tristeza de estómago".
Ahora peso 56 kilos; a principios de enero me tuvieron que operar y en estos meses habré perdido fácil 5 o 6 kilos, quizá alguno más, porque cuando me operé estaba por encima de mi peso habitual. Y ha sido de forma total y absolutamente estricta, sin concesiones más allá de la tarta de mi cumpleaños del otro día. El deporte que hago ahora, por estar todavía recuperándome es andar (más de 20.000 pasos al día) + natación 3-4 días a la semana/una hora al día.
Tengo un trabajo super absorbente; trabajo en consultoría y esto es como la consulta del médico, sé a la hora que entro pero no a la que salgo. Cuando voy a nadar, a las 06:30 de la mañana estoy abriendo la piscina con los socorristas. ¿Ganas? Ninguna, claro, pero es o eso o nada, y mira, no. Viajo mucho por trabajo, la empresa me paga hoteles de 5* en todo incluido, en los que hay de todo, pero me niego. Llevo años que me cojo mi pescado/carne y voy directa a la plancha a que me lo hagan, igual que la guarnición (verdura siempre). Postres no existen, ni los miro. Yogur. Y arreando. Me he acostumbrado a no mirar el resto de cosas que hay, pero conlleva un esfuerzo de la pera, claro. Porque soy humana. Pero esta es mi salud, a mi me engorda el aire. No siento que viva en una restricción permanente porque ahora me siento bien conmigo misma y cuando salgo a comer/cenar con mi novio o amigos fuera, como lo que me apetece, pero lo hago cuando me apetece a mí, porque así lo disfruto.
Así que chicas, si yo pude quitarme tantísimo peso (y cómo lo agradece el cuerpo), podéis todas y cada una de vosotras. Todas.
Pero tened en cuenta dos cosas, 3 diría:
1.- Lo que no hagas tu por ti, no o va a hacer nadie
2.- La dieta es el 70%, el 30% es el deporte pero el 100% es la cabeza
3.- Menos plato y más zapato. El día perfecto para empezar no existe.
Y ánimo, mucho ánimo. Yo recuerdo con muchísimo cariño los años 2017-2018 en los que adelgacé tantísimo, disfruté mucho el proceso. Iba viéndome mejor, tanto de físico como de salud, y cada paso dado, era un triunfo que saboreaba. Ahora tengo la sensación, tras la operación, que el binomio 2024-20205 pinta igual para mí. Estoy volviendo a disfrutar del proceso. Y eso es lo más bonito, no el lograr el objetivo, sino el proceso que te lleva a él. ¡Animo a todas, que se puede!