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La Guardia Civil inspeccionó la barca de Tomás Gimeno la noche que desaparecieron sus hijas en Tenerife.
Tomás Gimeno fue denunciado por la Guardia Civil la noche que desaparecieron sus hijas. Regresaba a la Marina de Santa Cruz de Tenerife a bordo de su lancha. Eran las 23:15 horas.
Una embarcación del Servicio Marítimo lo vio cuando salía de servicio y al sospechar que pudiera tratarse de una barca relacionada con el narcotráfico los agentes la inspeccionaron, sin encontrar nada sospechoso. Sólo tenía un pequeño compartimento en la popa. No había drogas ni equipaje. La madre de las pequeñas todavía no había presentado denuncia, ni hubo ningún aviso hasta las ocho de la mañana del día siguiente.
El hombre, de 38 años fue denunciado entonces por infringir el toque de queda y le pidieron que amarrase la embarcación. Después fue a una gasolinera cercana para comprar un cargador para su teléfono móvil, regresó al puerto y volvió a salir a navegar.
Las cámaras de seguridad le habían grabado a las 21:30 horas. Estaba solo. Bajó seis bultos de su coche y los trasportó hasta su lancha. Tuvo que hacer tres viajes. Pero esos bultos todavía no han sido localizados.
Al encontrar la lancha al día siguiente, los agentes solo encontraron en el interior unos aparejos de pesca, un gorro de bebé, una manta y un juguete, aunque no se puede precisar cuánto tiempo llevaban allí. Faltaba el ancla, que ya se ha podido determinar que días antes sí estaba. El hombre pudo utilizarla para lastrarse.
Flotando en el mar también encontraron una sillita del coche que utilizaba la menor. Otro elemento más que el hombre pudo utilizar para arrastrar hasta el fondo los cadáveres de las menores e impedir que salieran a flote.
Los investigadores han conseguido determinar el punto en el que Gimeno detuvo el motor y estuvo dos horas sin moverse gracias al análisis de la señal de su teléfono móvil. Están analizando todos sus desplazamientos. También los recorridos que el hombre hizo aquella tarde, después de recoger a la niña mayor del colegio.
La principal hipótesis que barajan es que el padre mató a las niñas en su casa después de salir del domicilio de los abuelos, al sur de la isla. Después trasportó en su coche los cuerpos hasta la barca y se deshizo de ellos lanzandolos al océano.
Búsqueda en el mar
Por eso centran la búsqueda en el mar, con el objetivo de encontrar los cuerpos del padre y sus dos hijas, Olivia de seis años y su hermana Anna, de uno. La Guardia Civil ha encontrado restos de sangre del hombre en su barca.
La lancha fue encontrada frente al puertito de Güímar, después de 15 horas sin control y en una zona de más de 400 metros de profundidad. Por eso se plantean utilizar un sónar del Instituto Nacional de Oceanografía.
La próxima semana presentarán un informe a la jueza para decidir si se emplea y qué material utilizar. La magistrada tendrá que firmar un auto para que el Estado se haga cargo de los gastos que pueda generar.
Este aparato se emplea para buscar objetos de gran tamaño, como embarcaciones o aeronaves hundidas, por lo que no parece la mejor opción. Otra sería optar por un robot submarino para inspeccionar el fondo, capaz de trabajar a profundidades de entre 500 y 1500 metros.
Como plataforma tendrían que emplear un barco de Salvamento Marítimo o el buque “Ángeles Alvariño”, del Instituto Español de Oceanografía, dado que por el tamaño y el peso del dispositivo se hace necesaria una gran embarcación que asegure la estabilización y las herramientas de izado necesarias.
El robot del Instituto Español de Oceanografía se llama Liropus y es capaz de operar hasta los 2.000 metros de profundidad. Pesa media tonelada, va propulsado por seis motores, posee un sistema de iluminación de 17.000 lumens y costó 1,5 millones de Euros.
Robot submarino articulado
Mientras los agentes rastrean una enorme superficie, dividida en cuadrículas y estudian las corrientes por si pudiera haber arrastrado los cuerpos. Ya están cerca de la isla de La Gomera, aunque se trata de un fondo marino volcánico muy irregular, por lo que también pueden haberse quedado atrapados en algún montículo o grieta.
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