undi escribió: 14 Feb 2018, 09:22
Yo me parto con las tontadas del mío. Supongo que parte será eso del ainssssssss qué salao
pero es que tiene bastante guasa.
Hace poco se levantó en mitad de la noche y se zampó unas natillas y no se acordaba. Por la mañana le dice mi hija "eso es que eres bulímico sonámbulo" y dice todo serio: "fíjate, y mi madre que decía que no iba a ser nada en la vida"
Unas del mío que ya conté en el difunto Vogue.
Para poner en situación diré que vivo en la costa donde la humedad es infernal e ir bien peinada es misión imposible. El look pelos disparados en plan loca de los gatos era mi look habitual antes de tener el Parlux (gracias foro). Total, que me ducho, paso de secarme el pelo y cosa rara en mí, ni coleta, ni recogido ni nada, ahí a lo loco a comprar al Mercadona
.
Mientras voy comprando, me quedo mirando la cara blanca como la leche que me devuelve la mirada, con sus ojeras, marquitas y unos pelos, madre mía, unos pelos que parecía que me hubiera peinado con la pata de un pollo tres años atrás.
Yo: ¡Pero qué pelos!
(mientras intentaba agacharlos).
Él:
Yo: ¡Si parezco una loca!
Él: Si sólo fuera por los pelos...
Otra:
Cena en restaurante pijo no, lo siguiente. El restaurante estaba en un palacete y en las diferentes habitaciones habían hecho varias salas, entonces, cuando llegabas iban distribuyendo a la gente para que estuviera más o menos sola en cada sala. De esos restaurantes que se llevan la botella de vino y agua y te van sirviendo cada vez que te tomas un trago.
Nos traen el pan. El pan casero, recién hecho, todavía calentito y crujiente. Y también nos traen diferentes sales, unas de escama, otras con no sé qué hierba, otra ahumada con troncos de palmeras cortadas en un eclipse lunar mientras un mono aullaba, etc y aceites, que si de picual, que si arbequina,...
Bueno, pues cuando el camarero salió de la sala yo ya me había comido mi pan y el de Mr Chim
. El camarero regresa, nos vuelve a poner pan y se vuelve a marchar. Yo repito operación. Un poco más y me como hasta el platillo de porcelana, pero bueno, es que el pan me encanta y estaba riquísimo
Yo mirando el mueble donde estaba el pan con ojos golosones, esperando el regreso del mozo para que volviera a ponerme pan
Camarero: ¿Les pongo un poco más de pan?
Yo:
Y antes de que dijera un sí como una casa...
Él: No, que se lo come y yo no lo pruebo
Yo:
Camarero:
Yo:
Él:
Y el muy cabrito se fue sin ponerme pan y encima se llevó la cesta
Y desde entonces, cada vez que me preguntan si quiero pan, dice que no me pongan, que me lo como.