Yo francamente creo que hay que dejar de personalizar tanto los debates que aquí salen, porque la verdad es que cansa muchísimo ese yo, yo, a mí no me ha pasado, etc. Que se cuenten experiencias o se ejemplifique sobre algo es perfecto, pero no basar la realidad según nuestra experiencia. Porque en mi caso por ejemplo no recuerdo ni un solo comentario machista por parte de mis padres a la hora de educarnos a mi hermana y a mí, ni uno solo eh, y no por eso voy a decir que hoy en día se educa en todas las casas en igualdad. Pues creo que con lo demás ocurre parecido.
Cambiando un poco de tema, pero que al mismo tiempo tiene relación con lo que estamos hablando, os pego las partes que creo están relacionadas con el feminismo en una entrevista que he leído a Javier Gutiérrez.
“Si tengo que hacer encaje de bolillos para llevar una vida coherente como padre separado con un hijo en custodia compartida, rodar 14 horas diarias y, los fines de semana, hacer teatro, que sea por algo muy bueno”
Javier Gutiérrez ha pasado la noche en un hospital madrileño. Su hijo Mateo, de 10 años, con discapacidad, se ha puesto enfermo. Se prepara y sale disparado hacia el Teatro Español, donde tiene ensayo general de la obra ¿Quién es el señor Schmitt?, que se estrena esa misma noche. Por el camino ha recogido a su madre en el aeropuerto y ha llevado unos recados a casa. Cuando termina con todo, baja al Teatro del Barrio donde unos periodistas le han convocado para participar en un documental homenaje al director sevillano Alberto Rodríguez, con quien él ha trabajado en Grupo 7 y La isla mínima. Al terminar, Gutiérrez vuelve al Teatro Español, recoge su coche, regresa al hospital para ver cómo está su hijo, pasa por casa y por tercera vez al teatro, donde estrena a las ocho de la tarde. Tras la función, saluda a los invitados, pica algo (un par de cervezas y un pincho de tortilla) y a las 23.30 le espera un coche para rodar hasta las seis de la mañana la tercera temporada de Estoy vivo, de La 1. La pregunta es: cuándo duerme este hombre. “Desde hace tiempo siento que muchas veces no soy dueño de mi propia vida. Conciliar la vida personal con la profesional al nivel en el que a veces me encuentro es harto complicado”, confiesa.
Al margen de todo esto, Javier Gutiérrez (Asturias, 1971) está listo para el estreno de una nueva temporada de Vergüenza, en Movistar; prepara la nueva película de Manuel Martín Cuenca para enero, y hasta el 10 de noviembre seguirá en el teatro de la plaza de Santa Ana de Madrid con Cristina Castaño en ¿Quién es el señor Schmitt?, que ha estado un año de gira. “Cuando algo es muy goloso no se puede decir que no. Al empezar en Estoy vivo no apostaba demasiado por la serie, porque combinaba demasiados elementos y había saltos muy complicados. Pero confiaba en el equipo y, mira, entre todos lo conseguimos. En Los Serrano, Antonio Resines me dijo: 'Nunca te bajes de un tren en marcha, Gutiérrez'. Sé de compañeros que lo han hecho y eso de un modo u otro al final pasa factura. Y en cuanto al teatro… Si no lo hago cada cierto tiempo me falta algo. Es muy difícil encontrar un texto. Si tengo que hacer encaje de bolillos para llevar una vida coherente como padre separado con un hijo en custodia compartida, rodar 14 horas diarias y, los fines de semana, hacer teatro, que sea por algo muy bueno"
Y llegaron todas las oportunidades que incluso le hicieron ganar el año pasado dos premios Feroz (que conceden los periodistas de cine, los llaman la antesala de los Goya): el de cine por El autor y el de televisión por Vergüenza. “Fíjate, yo lo viví de manera agridulce. En la película [El autor, 2017] tengo un desnudo integral que sobre el papel está más que justificado y que, bueno, cuando toca es parte de mi trabajo y listo. Pero llegué a la gala y los presentadores en un momento dado se metían con mi físico, algo que formaba parte de un guion que como poco vi poco afortunado. Me pilló fuera de juego, creo firmemente que las personas somos más que eso. Me quedé con las ganas de decir que se habían equivocado. Si hubiese sido una mujer y los presentadores se metiesen con su culo, arde Troya”.
https://elpais.com/elpais/2019/11/05/ic ... 17883.html
No es nada nuevo ni mucho menos, simplemente un hombre que se ha dado cuenta de lo duro y costoso que es trabajar y cuidar de tu hijo, sin más. Luego la anécdota en cuanto a su físico y que si eso se lo hacen a una mujer arde Troya... Como si a las actrices precisamente no las mirasen con lupa día tras día y no se rieran o critcaran sus defectos físicos. Le veo el típico hombre ofendido que no sabe lo que vale un peine hasta que no le toca, la verdad.