Argo escribió: 27 Jun 2020, 16:15
8 años. A lo mejor con 15 años se identifica con otra cosa. En vez de hombre o mujer en los dni tendrían que poner ¿como te sientes hoy?
A mí esto de los niños es algo que me parece especialmente horrible, quizá porque estoy convencida de que si hubiera nacido unos años más tarde y con otros padres más o menos g*lipo**as, me podrían haber destrozado la vida.
Yo empecé a desarrollarme antes que la mayoría de mis compañeras de clase y la regla me vino antes de cumplir los doce años y fue algoque me costó mucho asimilar, porque del mismo modo en que físicamente era una niña precoz, mentalmente seguía siendo muy infantil, y fui de las últimas de mis amigas en empezar a fijarme en los chicos y en interesarme por mi físico como se supone que corresponde a una niña adolescente.
Mis doce años fueron una edad terriblemente desconcertante. No comprendía lo que me estaba pasando y lo peor de todo eran las miradas sexualizadoras de los tíos. Y digo de los tíos porque no hablo de niños de mi edad ni de adolescentes. Hablo de tíos mayores con los que te cruzabas y que te echaban unas miradas libidinosas que me hacían morirme de asco y de vergüenza.
Al mismo tiempo, a medida que mis amigas entraban en la adolescencia, iban perdiendo el interés por los juegos físicos y el deporte y empecé a sentirme excluida y rara por no poder divertirme como lo había hecho siempre.
En ese momento decidí que ser una chica era un horror. Ahora sé que en parte era miedo a crecer y en parte asco tremendo e inadaptación al verme obligada a encajar en un rol sexualizado que no comprendía y que me causaba rechazo. Pero entonces sólo veía que ser chica era no poder divertirse como a mí me gustaba, era que los hombres te hicieran sentir incómoda y era sentirse inferior y tener que interesarse por cosas que me aburrían, chillar cuando se te posaba un bicho encima y no hacer mucho deporte para que no se te llenara el cuerpo de músculos.
Así que decidí que eso no iba conmigo. Me corté el pelo, que hasta entonces había llevado siempre largo, como un chico. Me quité los pendientes. Abominé del rosa. Me integré en una pandilla de chicos con los que me pasaba todo el día jugando al fútbol y al rugby, y con los que podía hablar de motos y de coches. Empecé a vestirme como un chico, no ya sólo con pantalones, sino con ropa con corte de chico, con los botones a lado de los del chico y pedí que me llamaran por una abreviatura de mi nombre lo suficientemente ambigua como para que pudiera ser tanto de chica como de chico.
Fueron unos años, entre los doce y los quince, más o menos, muy muy confusos. Por supuesto sabía que existían los travestis, hombres que se vestían de mujer y querían que les hablaran como si fueran mujeres, pero eso era todo lo que sabía sobre la transexualidad. No tenía ni la más remota idea de que una mujer podía transicionar de mujer a hombre. Y a nadie jamás se le ocurrió sugerirme que yo fuera un chico "atrapado en un cuerpo de chica". Supongo que lo más que llegaron a pensar mis padres y la gente cercana era que tenía posibilidades de ser lesbiana.
Afortunadamente, mi familia se lo tomó todo con extrema naturalidad. Jamás me hizo nadie ningún comentario. Me dejaron vestirme como quisiera, disfrutar de mi tiempo y mis aficiones como quisiera sin intentar reconducirme de ningún modo. Y poco a poco, taly como había empezado todo, se me empezó a pasar.
No sé si fue porque con los años me fui sintiendo más segura y menos amenazada por mi propio cuerpo. O porque por fin desperté sexualmente y empecé a querer gustarle a los chicos y ahí entré de cabeza en los roles de género femeninos y empecé a querer llevar vestidos y a dejarme el pelo largo. Pero el caso es que con el paso de los meses, por mí misma, dejé de querer aparentar que era un chico y empecé a aceptarme.
Hoy en día soy una mujer adulta y no tengo grandes conflictos. Me siguen gustando los coches y las motos, sigo practicando mucho deporte y sigo conservando a mis mejores amigos chicos de aquella época. Y al mismo tiempo tengo una imagen tradicionalmente femenina con el pelo largo, y maquillaje y tacones cuando se tercia. No tengo ningún conflicto con mi identidad s*xual ni con mi cuerpo, más allá de verme uns días mejor y otros días peor en el espejo.
Pero me horroriza lo que habría podido ocurrirme si hubiera nacido unos años después y lo que me pasó durante la adolescencia me hubiera ocurrido hoy en día. Me imagino cayendo en manos de algún psicólogo con el tarro comido por la teoría cuir, me imagino a mis compañeros de clase exigiendo que se me considere un niño en un alarde de solidaridad, y a mis padres con el tarro comido. Me imagino que podrían haberme operado, podrían haberme hormonado, podrían haberme estirpado el pecho, haberme cambiado el dni, y haberme hecho creer que era un chico gay. En el calvario psíquico y social al que me habrían sometido. Y en el auténtico horror que me habría supuesto detransicionar después.
Ahora sé que lo que rechazaba era la sexualización a la que se veía sometido mi cuerpo al ir adoptando formas de mujer así como las enormes limitaciones sociales y la discriminación que me suponía verme obligada a encajar contra mi voluntad en los estereotipos del género femenino, además de un cierto miedo a crecer y abandonar la infancia, completamente natural. Pero entonces no sabía nada. Y probablemente me hubiese sometido gustosamente a cualquier experimento físico y psicológico con tal de ser, por fin, un chico.
Así que tengo muy muy clarita la absoluta barbaridad que es hablar de transexualidad en menores y me produce un asco inmenso.