Esto es una chorrada pero aquí el hilo donde acumulamos mujeres históricas
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Aunque no sé como enfocarlo a niños.
Lo de Cleopatra es así desde la obra de Shakespeare no?
y en algún libro leí que las fuentes de su vida eran de romanos que la pintaron como femme fatale porque era extranjera de un país que había que conquistar, aparte de ser todos muy feministas por aquella época (bueno y ahora :coffe: )
Tiempo de feminismo
https://www.infolibre.es/noticias/los_d ... _1821.html
Según parece, el feminismo se ha puesto de moda. En principio habría que recibirlo como una magnífica noticia, aunque solo sea porque supone perder menos tiempo explicando su necesidad y por la coherencia ética que conlleva irracionalizar la jerarquía s*xual o la cultura del privilegio en sistemas pretendidamente democráticos.
Corren tiempos en los que, incluso personas que tienen el término “femin**i” o “ideología de género” entre su vocabulario habitual, se declaran feministas. Y, en ese proceso, se está construyendo una suerte de feminismo sensato e inclusivo en oposición a un feminismo radical que denuncia la jerarquía s*xual como factor histórico de discriminación, el androcentrismo como ficción de neutralidad y señala al orden patriarcal y neoliberal como origen de la opresión de las mujeres. El feminismo sensato, por el contrario, no cuestiona estos órdenes, o cuestiona solo uno de ambos y asume como natural la mirada androcéntrica. Incluso cuestiona que el sexo sea una categoría determinante en la posición que ocupan las personas en la sociedad o que las mujeres sean el sujeto político del feminismo.
Así que, lo que en principio es una buena noticia, puede implicar también una colonización y usurpación del objetivo histórico del feminismo para volverlo inocuo o desvirtuarlo hasta convertirlo en otra cosa. Un paraguas que permite incluir todo tipo de reivindicaciones y demandas sin que ello implique emancipación alguna de las mujeres respecto a la opresión histórica a la que han sido y son sometidas.
El movimiento feminista a escala global está cobrando unas dimensiones desconocidas hasta la fecha. Y la reacción del patriarcado –una parte resituada en el nuevo “feminismo sensato”— no se ha hecho esperar.
Ahora, bajo el supuesto estandarte del feminismo, reclaman espacio aquellas posiciones o discursos que, cuando se trata de la explotación s*xual y reproductiva de las mujeres, califican la misma como un acto de voluntad. El neoliberalismo y las sociedades de mercado han implantado una nueva forma de racionalidad que sublima el individualismo del libre acuerdo donde, deliberadamente, se ignoran los condicionantes sistémicos que determinan esa supuesta libertad. Ocultan que, para que el consentimiento sea válido ha de ser un acto libre e informado, requiere un yo autónomo no mediado por el abuso de poder, la subordinación y el sometimiento.
Por ello, el argumento de la libre elección de las mujeres es una auténtica coartada para el patriarcado. No solo falsea la teoría del consentimiento sino que, en la medida que individualiza la decisión, la despolitiza. Para el caso que nos ocupa, niega el componente estructural o sistémico del acoso s*xual. Entre otros, la sexualidad patriarcal, la jerarquía s*xual y la consideración de las mujeres como objetos s***ales y cuerpos sexualizados para disfrute ajeno. Recurrir al mantra de la voluntad cuando median relaciones de poder no solo elude el contexto de dominación, sino que proyecta un imaginario que responsabiliza a las víctimas de su propia explotación y libera de cualquier responsabilidad a los victimarios. Por ello, al igual que el movimiento obrero, el feminismo nunca se ha amparado en la supuesta libre elección de las mujeres para justificar su sometimiento.
Conviene recordar que el objetivo del feminismo es y ha sido siempre la emancipación colectiva de las mujeres y el reconocimiento de su estatus como sujetos de derechos, no la voluntad individual. En su recorrido, probablemente, ha sido uno de los movimientos menos violentos y más inclusivos de la historia. Lleva décadas denunciando la ficción patriarcal de la heterodesignación de un concepto de “mujer” que desvirtúa la pluralidad existente, la singularidad de cada cual y la existencia de otros factores discriminatorios que, en paralelo al sexo, sofistican la opresión. Pero sin que ello conlleve renunciar a la larga lucha contra la jerarquía s*xual y a la identificación de las mujeres como sujeto político del feminismo.
Sin embargo, parece que cualquiera puede hablar en nombre del feminismo por el mero hecho de declararse como feminista, aunque se asuma un discurso negacionista de la opresión o la jerarquía s*xual y se sustituyan los objetivos históricos del feminismo por aquellos que considere más oportunos.
Pero estamos asistiendo a una novedosa estrategia: declararse feminista para desvirtuar la finalidad del feminismo y, de paso, calificar de violentas y opresoras a personas que pertenecen a un movimiento que siempre se caracterizó por su capacidad integradora y su pacifismo.