evidencias de que, antes de su segundo año, ya saben para quiénes son los cascos de bomberos, las muñecas y el maquillaje. Aproximadamente en ese mismo momento de su vida empiezan a utilizar etiquetas de género y ya son capaces de decir a qué sexo pertenecen.

Justo en ese momento tan crítico de la infancia, los niños empiezan a perder su estatus como observadores objetivos. Es difícil señalar objetivamente qué es para niños y qué para niñas una vez que se sabe que eres un niño (o una niña). Cuando los niños disponen de unas cajas personalmente importantes en las cuales archivar lo que aprenden (por ejemplo, «para mí» en contra de «no para mí»), eso les añade un nuevo aliciente para desear resolver el misterio de género. Las psicólogas del desarrollo Carol Martin y Diane Ruble dicen que los niños se convierten en «detectives de género» que andan en busca de pistas que señalen si se pertenece a la tribu masculina o femenina

los niños son tan dados a encuadrar el mundo dentro de lo que es masculino y femenino que Martin y Rubble han afirmado que es muy difícil crear un estímulo para sus estudios que los niños consideren de género neutro, «porque los niños parecen apoderarse de cualquier elemento que implique una norma de género para así poder categorizarla de masculina y femenina

Cuando se les pidió que evaluasen el encanto de un juguete de género neutro (que gustaba por igual a niños y niñas), los niños asumían que solo a los niños les gustaría lo que a ellos les gustaba; igualmente, las niñas

la segunda parte de la estrategia de los Bems implicaba, en lugar de proporcionarles la información usual acerca de lo que significa ser macho o hembra, fomentar la idea de que la diferencia entre hombre y mujer radica en su anatomía y sus funciones reproductivas.

El típico preescolar disfruta adquiriendo un conocimiento detallado de los papeles de género, pero se queda un tanto confuso cuando se trata del contundente y biológico hecho de que los varones se diferencian de las hembras en que tienen pene y testículos en lugar de vagina.

No fue así para los hijos de los Bem: Nuestro hijo Jeremy, cuando tenía cuatro años, decidió ponerse un pasador en el pelo cuando estaba en la guardería. Ese mismo día, varias veces, otro chico le dijo que debía ser una niña porque «solamente las niñas llevaban pasadores». Después de tratar de explicarle al niño «que llevar pasador no importaba» y que ser un niño significaba «tener pene y testículos», Jeremy se bajó los pantalones para terminar de convencerle. El otro chico no se impresionó y sencillamente respondió: «Todos tenemos pene, pero solo las niñas llevan pasadores».

Si uno de sus hijos le preguntaba si alguien era hombre o mujer, los padres solían «negar saber el sexo de esa persona, aludiendo que, sin haber visto si tenía pene o vagina, no podían saberlo de forma definitiva

Los niños pequeños, por ejemplo, no suelen tener un enfoque muy expansivo y liberal cuando se trata del género. El año pasado, cuando mi hijo estaba en la guardería, le preguntó a una compañera si podía mirar su libro. «No —le respondió la niña—. Los niños no tienen permiso para mirar libros de hadas». Cualquier niño versado en los estereotipos de género no tiene el menor reparo en hacerle saber a un compañero que ha rebasado la línea.

Cuando los psicólogos del desarrollo observan sin impedimento lo que sucede en una clase de preescolar descubren que los niños reciben respuestas muy tajantes de otros compañeros cuando se comportan de forma inapropiada para su género. La psicóloga del desarrollo Beverly Fagot descubrió respuestas tan directas como «no seas tonto, eso es cosa de niñas» y «eso es una estupidez, los niños no juegan con muñecas» son las más comunes que se dirigen a los niños. Sin embargo, tanto los niños como las niñas suelen ser señalados cuando otros niños elogian, imitan o participan de ciertos tipos de juegos, pero critican, entorpecen o abandonan otras actividades.

Los niños en edad preescolar pasan más tiempo jugando con juguetes propios de su sexo cuando una compañera del sexo opuesto está presente en comparación a cuando están solos . Igualmente, los niños de cuatro a seis años expresan más interés por jugar con juguetes masculinos cuando están en presencia de compañeros que cuando están solos

Diane Ruble, Cindy Miller y sus colegas les hicieron una serie de cuestiones abiertas a los preescolares como: «Dime qué sabes de las niñas. Descríbelas». De esa forma descubrieron qué es lo primero que se les venía a la mente cuando oían la palabra «niña». La respuesta más frecuente en lo que se refiere al aspecto fue: las niñas tienen el pelo largo, son guapas y llevan vestido. (Ideal de belleza femenina: 1. Feminismo pasado de moda: 0).

Por el contrario, la descripción de los niños se centró más en las actividades que realizan, así como en su carácter tosco y activo y sus rasgos de personalidad. ¿Cómo influye ese conocimiento, acumulado desde muy temprana edad, en los niños? Como hemos visto, los niños nacen en un mundo en el cual el sexo se enfatiza continuamente a través de las convenciones de la ropa, la apariencia, el lenguaje, el color, la segregación y los símbolos.

Todo lo que rodea el mundo del niño indica que, el que se sea hombre o mujer es un asunto de suma importancia. Mientras tanto, a la edad de dos años, los niños descubren a cuál de los dos sexos se pertenece. En mi opinión, aún hay que investigar si las diferencias sutiles de género en las preferencias recreativas de los bebés, antes incluso de que sepan a qué sexo pertenecen, se pueden explicar por medio de la socialización de los padres, ya sea de forma intencionada o no. Sin embargo, una vez que los niños conocen su sexo, en teoría, empiezan a tomar las riendas de su propia socialización.

Siendo así, imagina la enorme influencia que pueden causar los mismos mecanismos psicológicos en el orgullo de pertenecer a un grupo y en los prejuicios de no pertenencia cuando se trata de género. En el mundo de los niños, el género es la categoría social que resalta por encima de todas.

Las convenciones relativas a la ropa y los accesorios implican que el género es algo sumamente obvio desde el punto visual, además de que los niños y las niñas son organizados y etiquetados como tales de forma constante («ahora le toca a los niños lavarse las manos»), especialmente en los primeros centros educativos. A eso hay que añadir que, a diferencia de los adultos y de los niños mayores, los más pequeños suelen carecer de otras categorías sociales como deportista, doctor, cristiano o artista con la cual poder identificarse. Diane Ruble y sus colegas afirman que el deseo de pertenecer a un grupo puede ser una de las razones por las que los niños pequeños insisten en comportarse y vestirse de forma masculina o femenina por mucho que no les agrade a los padres

En un informe de una guardería, el sociólogo Bronwyn Davies describe cómo una niña, Catherine, reacciona cuando un niño le quita la muñeca con la que está jugando. Después de un fallido intento por recuperar la muñeca, Catherine se dirige al armario y saca un chaleco de hombre. Se lo pone y «camina con él. En esa ocasión regresa victoriosa con la muñeca bajo el brazo. Inmediatamente, se quita el chaleco y lo arroja al suelo

Los conceptos de los niños sobre las diferencias de género alcanzan «su mayor rigidez» entre los cinco y siete años de edad. A partir de ese momento empiezan a comprender cada vez más que no son solo los niños los que son activos, los que a veces hacen cosas desagradables, y que no son solo las mujeres las que se comportan de forma cariñosa, lloran, limpian y ordenan la casa.

Our most cute baby kid Sneyha cooked Hilsa/Elish curry for others children of village.

Sneyha is the most common girl in our channel and most video comments about her. Most viewer want to see her more in the video. So we arrange baby picnic by village children.

This time she cooked by herself and serve to others kids. Hope you enjoy the video.

Astrid escribió: 01 Jun 2018, 17:38 De Toddlers & Tiaras
https://www.tlc.com/tv-shows/toddlers-tiaras/

Recuerdo el shock que me provocó conocer Princelandia. Era enero de 2012, lo recuerdo porque guardé el video, impresionada como estaba. Apareció una noticia sobre el asunto en los informativos de Tele5. Las imágenes eran demoledoras: un ejército de niñas en albornoz rosa, con cintas al pelo rosa, leyendo revistas de princesas mientras les maquillaban o pintaban las uñas… El sonido era aún peor. Se presentaba como el primer spa infantil de Europa que acababa de abrir en España en formato de franquicia y que ya acumulaba 90 solicitudes de apertura.

Princelandia no es un nombre, la cosa existe y no se me ocurre mejor ejemplo de cómo vivimos en medio de una fuerte reacción patriarcal y en un mundo más rosa y azul que nunca, que esta escuela sexista. La cadena ofrece a las niñas de entre 5 y 12 años sesiones de belleza con manicura, pedicura, peluquería, maquillaje… y para terminar, una pasarela donde se simula un desfile en el que todas son princesas por un ratito, o top módel o cualquiera de los estereotipos sexistas que puedan elegir porque como anuncia la propia empresa, allí tienen “accesorios y vestuarios para que las niñas se sientan femeninas y en un mundo mágico“.

En su publicidad, los gestores de Princelandia puntualizan que no son un spa “al uso”, sino un espacio de fantasía que tiene sus bases en un “modelo educacional” relacionado con la salud y el bienestar. Más que una web, la de Princelandia es una enorme máquina de malversar conceptos: llamar salud y bienestar a la exaltación del adorno que no del cuidado del cuerpo y la feminidad más tradicional y dañina, cuando lo que están ofreciendo es puro ocio sexista para las más pequeñas.

el patriarcado utiliza muchas herramientas pero especialmente lo que llamamos violencia simbólica. Esa argamasa que como dejó escrito Pierre Bourdieu, convierte en natural lo que es un ejercicio de desigualdad social y, precisamente por ello, es una violencia contra la que se suele oponer poca resistencia...

Una mujer de Melbourne ha tenido suficiente de corporaciones que sexualizan a los niñas y ha canalizado su ira hacia el activismo. Mientras compraba zapatos para su pequeña niña en Target, se dio cuenta de que una gama de ballet infantil tenía tacones. Luego entró en Big W y notó que también tenían zapatillas de ballet de tacón similares para niñas pequeñas.

"Fue ridículo", le dijo a Kidspot. "Los pisos no tienen tacones. O si tienen una pequeña, es una forma de herradura plana y estable que atraviesa toda la planta del pie. No sé por qué creen que es necesario para un niño de un año, que podría haber pensado que era una buena idea ".

Parecían, dijo ella, "precarias" para una niña tan joven. "Incluso parece que podrían rodar su tobillo", dice ella.

"La cultura que enseña a nuestras hijas a autocosificarse es un goteo, goteo, goteo", dice ella. "Estas pequeñas cosas se suman al comportamiento aprendido y las expectativas aprendidas".

La neurociencia pop ha estado fascinada por descubrir diferencias biológicas secretas entre el cerebro masculino y el femenino. La cuestión de si hombres y mujeres tienen cerebros innatamente diferentes rara vez deja de irritar a la gente. Justo el año pasado, el ingeniero de Google James Damore causó un escándalo después de publicar un manifiesto que detallaba las diversas formas en que las mujeres eran biológicamente diferentes de los hombres.

Pero Lise Eliot, profesora de neurociencia en la Escuela de Medicina de Chicago y autora de Pink Brain, Blue Brain, dice que cualquiera que busque diferencias innatas entre los sexos no las encontrará.

"La gente dice que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, pero el cerebro es un órgano unisex", dijo en el escenario el lunes en el Aspen Ideas Festival, organizado conjuntamente por Aspen Institute y The Atlantic. "No hay absolutamente ninguna diferencia entre los cerebros masculinos y femeninos".

Esa es una declaración audaz, y una ciencia está dividida. Parece depender de lo que se está midiendo exactamente. Por ejemplo, un gran estudio en el Reino Unido encontró que muchas regiones del cerebro de los hombres eran más grandes que las de las mujeres y que, en promedio, las mujeres tenían cortezas cerebrales más gruesas. ¿Qué significa eso para el funcionamiento del cerebro? Poco claro. Otro estudio descubrió que "promediada en muchas personas, las diferencias de sexo en la estructura del cerebro sí existen, pero un cerebro individual probablemente sea eso: individual, con una combinación de características", según informó New Scientist en 2015.

Pero no hay duda de que, cualesquiera que sean sus cerebros, las diferencias de comportamiento y rendimiento escolar entre hombres y mujeres están fuertemente determinadas por la socialización.

Eliot dijo que Damore tiene una profunda incomprensión de la neurociencia y que su carta exageraba enormemente el papel de la testosterona en los cuerpos masculino y femenino. Si bien la testosterona está vinculada a la agresión, no ofrece una explicación universal para el comportamiento masculino. Eliot también dijo que todos, independientemente de su sexo, pueden ser competitivos o agresivos, pero los hombres y las mujeres pueden tener diferentes formas de expresar esos rasgos basados ​​en las normas sociales.

Eliot culpa a la academia y los medios en parte por el ciclo que conduce a la discusión en curso sobre las diferencias cerebrales biológicas. Debido a que la mayoría de los académicos saben que cualquier pequeña diferencia estadística entre hombres y mujeres será noticia, académicos, desesperados por fondos y atención, a menudo enfocan estudios sobre disparidades de género. "Vuelves a los datos, los analizas para tener relaciones s***ales, y si encuentras una diferencia, entonces adivina qué: tienes otro trabajo", dijo Eliot.

Ella dijo que incluso las diferencias científicamente indiscutibles, como la estadística citada con frecuencia de que los cerebros masculinos son 10 por ciento más grandes que los cerebros femeninos, no significan nada. Todos los órganos de los hombres son más grandes en promedio, pero eso no significa que funcionen de manera diferente.

Si los científicos y los académicos comenzaran con la premisa de que los hombres y las mujeres son igualmente capaces, dijo Eliot, sus estudios darían lugar a conclusiones radicalmente diferentes.

Por ejemplo, muchos, incluido el entonces presidente de la Universidad de Harvard Lawrence Summers, utilizaron un estudio de 1970 que mostró que los hombres superaron a las mujeres de 13 a uno en la parte de matemáticas del SAT para explicar por qué no hay más mujeres en la cima de los tallos . "La gente dijo que la brillantez en matemáticas es un fenómeno masculino", dijo Eliot.

Por supuesto, resultó que las mujeres estaban siendo desalentadas de seguir STEM. Una vez que se implementaron más programas para fomentar este tipo de aprendizaje, la relación se redujo a tres a uno, dijo Eliot, y ahora está en camino hacia el cierre.

"Vivimos en un mundo binario de género", dijo Eliot. "La suposición por defecto es que estas diferencias están cableadas ... Pero los cerebros de hombres y mujeres no son mucho más [diferentes] entre sí que los corazones o los riñones masculinos o femeninos".

Cómo las pequeñas diferencias se convierten en brechas problemáticas y qué podemos hacer al respecto

En la última década, hemos escuchado mucho sobre las diferencias innatas entre hombres y mujeres. Así que hemos llegado a aceptar que los niños no pueden concentrarse en el aula y que las chicas están obsesionadas con las relaciones: "Así es como se construyen".

En Pink Brain Blue Brain, la neurocientífica Lise Eliot convierte ese pensamiento en su cabeza. Haciendo referencia a años de investigación exhaustiva y su propio trabajo en el campo de la neuroplasticidad, Eliot sostiene que los cerebros infantiles son tan maleables que las pequeñas diferencias en el nacimiento se amplifican con el tiempo, ya que los padres, profesores y compañeros refuerzan sin querer los estereotipos de género. Los propios niños exacerban las diferencias jugando con sus fortalezas modestas. Ellos constantemente ejercen esos circuitos de "lanzar pelotas" o "acariciar a las muñecas", raramente alejarse de sus zonas de confort.

Pero esto, dice Eliot, es justo lo que necesitan hacer. Y ella ofrece a los padres y maestros maneras concretas de ayudar. Al presentar la última ciencia desde la concepción hasta la pubertad, se centra en las diferencias precisas entre niños y niñas, refrenando estereotipos dañinos. Los niños no son, de hecho, "mejores en matemáticas" sino en ciertos tipos de razonamiento espacial. Las chicas no son naturalmente más empáticas que los chicos; solo permitido expresar sus sentimientos más.

Por supuesto, los genes y las hormonas juegan un papel en la creación de diferencias entre niños y niñas, pero son solo el comienzo. Los factores sociales, como la forma en que hablamos a nuestros hijos e hijas y si fomentamos su audacia física, están demostrando ser mucho más poderosos de lo que nos dimos cuenta anteriormente. Como padre, Eliot comprende la dificultad de contrarrestar las expectativas de género, pero también el valor de hacerlo.

En un mundo cada vez más complejo y competitivo, necesitamos que nuestros chicos sean emocionalmente inteligentes y que nuestras chicas sean conocedoras de la tecnología. Al apreciar cómo surgen las diferencias s***ales -en lugar de asumir que se trata de hechos biológicos fijos- podemos ayudar a todos los niños a alcanzar su máximo potencial, cerrar las brechas problemáticas entre niños y niñas y finalmente terminar con las guerras de género que actualmente nos dividen.

el rosa era el color preferido de los niños, ya que era «más decidido y fuerte», más cercano al rojo, símbolo del «fervor y del coraje». El azul, al ser «más delicado y refinado», además de un símbolo de «lealtad y constancia», estaba reservado para las niñas. Hasta la mitad del siglo XX no se establecieron esas prácticas. Sin embargo, esas preferencias se han engranado tanto que los psicólogos y los periodistas especulan sobre el origen genético y evolutivo de las preferencias de género en lo que al color se refiere, algo que solo tiene unos cincuenta años de antigüedad.

Por ejemplo, hace unos cuantos años, en un periódico australiano se hablaba de los orígenes del fenómeno rosa. Después de inventarse la ubicua anécdota de la madre que por mucho que intentó sacar a su hija del universo rosa, fracasó, el periodista escribe que el fracaso de la madre «indica que quizá su hija estaba genéticamente hecha para eso» y pregunta: «¿Existirá un gen rosa que florece repentinamente cuando la niña cumple dos años?».

¿Las niñas visten de rosa porque lo prefieren?, ¿Los niños lo evitan porque creen que es un color cursi? Parece ser que la elección de colores por sexo no es innata, ni las niñas se decantan por el rosa, ni los niños por el azul. Es un estilo impuesto por la moda de las últimas décadas.

Hay varios libros y artículos que explican la historia de la asociación de colores por sexo. Estos afirman que en Estados Unidos, hasta la Primera Guerra Mundial el color elegido para los bebés era el blanco. En cuanto a los niños, solían usar más el color rosa porque se asociaba al rojo y se consideraba como un color de fuerza y las niñas, sin embargo, vestían de azul ya que se relacionaba con la delicadeza y la suavidad.

Esta tendencia también se plasmaba en el arte: la Virgen María solía ser representada con un velo azul mientras que a Jesús se le tapa con un velo rojo. Y, de igual forma en Europa en muchas casa de acogidas de niños, los varones llevaban ropa roja o rosa y las niñas azul.

¿Cuándo cambia esta tendencia? Durante la Primera Guerra Mundial comenzó a invertirse los colores, y es que, los marines llevaban chaquetas azul marino y los carteles que simbolizaban el heroísmo de los soldados azules estaban por todas partes. A los niños se les comenzó a vestir de azul "marinerito" y poco a poco esta moda se fue extendiendo.

Es sobre todo a partir de 1980 cuando las tiendas y las marcas comienzan a remarcar esta diferencia de colores por sexo y a fabricar y producir elementos rosas pensados para niñas y azules pensados en niños. Además se extiende de forma más generalizada la utilización de tonos pastel para la ropa de bebés y niños.

En cualquier caso, esta tendencia es más occidental ya que en muchas tribus africanas no existe este tipo de separación de sexos por colores, ni tampoco una tendencia de preferencia por el azul en niños y rosa por las niñas.

Varios estudios han analizado las preferencias de color en diferentes grupos de edad. En los Estados Unidos, la mayoría ha descubierto que los bebés y niños pequeños, ya sean hombres o mujeres, se sienten atraídos por los colores primarios, como el rojo y el azul. El rosa no figura en los primeros lugares de la lista, aunque es más popular que el marrón y el gris. Algunos estudios de este grupo de edad han encontrado que el azul es favorecido, otros son rojos, pero raramente encuentran diferencias de género.

En 2007, una investigación realizada en la Universidad de Newcastle en el Reino Unido preguntó a los adultos cuál era su color favorito. ¿La mayoría de las mujeres eligieron el rosa, o incluso el rojo? No. El color que salió arriba, tanto para hombres como para mujeres, era azul.

Ereta escribió: 29 May 2018, 17:17

Ichi Fleurs escribió: 29 May 2018, 17:05 Hoy justo en clase lo vimos y mi profesora (enfermera, matrona y sexóloga) nos explicó que el sexo lo defines tú mismo, es lo que tú eres con independencia tus genitales, la sexualidad es lo que expresas y la erótica es el cómo lo expresas.
Y el género se dividiría en cisgénero si tu sexo (lo que tú decides que eres) coincide con los genitales que se asocian a ese sexo y transgénero si no coincide.
O sea género orientado a femenino/masculino se refiere más a la posición, rol, costumbres y estereotipos que adoptamos independientemente del sexo, puedes ser de sexo femenino, con pene y de género femenino o masculino según cómo vivas y actúes socialmente por ejemplo. Me voy a volver a leer el tema que no lo entiendo del todo

Ostras aquí me he perdido mucho, entonces puedes considerar que tienes sexo femenino, pene, y ser de genero masculino, y eso en la práctica ¿cómo se traduce? quiero decir, ¿tienes pene y vives según los roles, costumbres y estereotipos masculinos pero tu defines que tu sexo sea femenino?

La chica trans que lucha por jugar al fútbol fem

Cuando Alba tenía tres años se llamaba Álvaro y lo que más le gustaba era el fútbol y los coches. Ahora, que tras año y medio de hormonación tiene la misma testosterona que una mujer, sus aficiones y gustos no han cambiado: “Dejé de sentirme Álvaro desde muy pequeña. Con siete años ya me gustaba vestirme de chica pero siempre he tenido gustos de chico". Una de las cosas que más le preocupaban cuando decidió el cambio fue seguir jugando al fútbol como profesional, un deporte que ha sido su soporte vital en todo este cambio.

Palacios comenzó el tratamiento hormonal el 21 de marzo del 2017, ya pasados los 30 años. Tras año y medio de hormonación todavía no tiene su nuevo DNI. Según la Ley de Identidad de Género, aprobada en el 2007, las personas transexuales pueden modificar sus documentos de identidad cuando hayan transcurrido al menos dos años de hormonación y quede probado psicológicamente el trastorno de identidad de género. “Cuando ves que el cambio físico ha ido tan bien y que ya eres una mujer, lo que quieres es tener el DNI ya, pero tengo que esperar hasta el 2019”, asegura Alba con resignación. A partir de ahí su lucha será otra: jugar al fútbol como federada con su nueva identidad. Entonces tendrá que superar un obstáculo más donde no encuentra precedentes en nuestro país: “Tengo que ir a la Federación con mi DNI y mi analítica, que demuestra que tengo el mismo nivel de testosterona que una mujer, que no me dopo. Y son ellos los que decidirán si puedo jugar como Alba en Las Rozas C.F. que es donde entreno ahora”.