En el docu se echa en falta que trataran algo más ese tema.
En este artículo lo comentan.
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Por qué a Juan Carlos le gustaba tanto Felipe?
Los intereses de Juan Carlos y Felipe se alinearon en muchas ocasiones esos años. La revista 'Tribuna', de Julián Lago, sacó un par de reportajes atrevidos sobre cómo los entornos de Juan Carlos I y Felipe González se estaban enriqueciendo. Interpretación de Fuentes: "La actualidad informativa fue colocando en un mismo bando al rey y al presidente del Gobierno, criticados en algunos casos por los mismos medios de comunicación y a veces con idénticos argumentos". Cuando un sector de la prensa empezó a atacar a González por la corrupción, "el jefe del Estado optó por hacer causa común con el gobierno", rapapolvo real incluido a la propiedad episcopal de la COPE por las críticas al Ejecutivo.
Cuando el felipismo entró en crisis, los discursos navideños del rey enfadaron a veces a la derecha, al interpretarse que el monarca minusvaloraba la corrupción y ponía el foco sobre la crispación, como si estuviera más interesado en reprender a la oposición que al Gobierno.
Además de tener intereses políticos en común, el rey apreciaba la laxitud socialista hacia las costumbres desenfrenadas del monarca. El control de la vida privada del rey había generado tensiones desde la Transición. El general Armada, preceptor del monarca, llegó a advertirle que "un rey no hace negocios", y el presidente Adolfo Suárez admitió que "a veces, al rey hay que defenderle de sí mismo".
Visto lo visto, el PSOE decidió que la gestión del 'marrón' se la comiera Sabino Fernández Campo, porque "en ningún lugar estaba escrito que entre las funciones del ejecutivo estuviera fiscalizar lo que el jefe de Estado hiciera en sus ratos libres", según Fuentes. El PSOE, en definitiva, se puso de perfil/miró hacia otro lado. Al mismo tiempo que "González y Guerra ponían un especial interés en que la familia real se sintiera debidamente atendida", el gobierno "se mantuvo al margen de los asuntos relacionados con el monarca que pudieran resultar en conflictos y, en consecuencia, el control de su vida privada recayó en exclusiva sobre Sabino Fernández Campo", lo que quizá explique el enamoramiento socialista del monarca.
Pero en 1992 Felipe comenzó a cavar su tumba, y aunque su caída se demoró hasta 1996, no hubo Borbón que pudiera frenar aquello...
A Felipe no le va mejor
A principios de los noventa, estalló una crisis económica internacional por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en Japón, las tensiones petroleras de la Guerra del Golfo y el parto del tratado de Maastricht.
La gigantesca inversión pública española para la Expo 92 y las olimpiadas de Barcelona, con sus millonarias infraestructuras asociadas (tren de alta velocidad, autovías, etc.), retrasó lo suficiente la crisis como para que no se visibilizara con crudeza hasta apagarse la antorcha olímpica. La economía española entró en recesión el último trimestre de 1992 (primer crecimiento negativo en 11 años) y no se recuperó hasta mitad de década.
Por si la crisis económica no fuera suficiente, el Gobierno empezó a enredarse en diversas tramas de corrupción.
En los últimos meses de 1992, el PSOE colisionó a diario con el juez que instruía el caso Filesa (creación de una red de empresas para financiar la campaña electoral socialista de 1989).
El caso Ibercorp —banca de inversión trucha de la 'beautiful people', clase social adinerada del milagro socialista— salpicó a Miguel Boyer, exministro de Economía, y calcinó a Mariano Rubio, gobernador del Banco de España.
"Dirigentes del PSOE reconocen que el 92 es un año catastrófico por los casos de corrupción", tituló 'El País' el 17 de diciembre de 1992. En efecto, en una reunión de la ejecutiva federal socialista para hacer balance del año, se reconoció internamente que las continuas denuncias habían causado al PSOE "un daño irreparable moral y político".
En las notas de Manglano sobre los primeros casos de corrupción (asunto Juan Guerra), tras despachar con varios ministros, el jefe de los espías perfiló a un Felipe González irritado con la prensa, con dificultad para aceptar las críticas y con gran sensación de agravio. ¡Con lo que él había hecho por el país! Pero la ola de la corrupción no había hecho más que empezar y ya sabemos que Felipe se puso aún más a la defensiva con los años.
Al acabar las olimpiadas, 'El País' entrevistó a Juan Carlos I. Titular: "Salimos reforzados ante el mundo".
No obstante, basta echar un vistazo a las portadas de 'El País' las últimas semanas del 92 para saber que se había acabado el buen rollo. Selección de titulares: "Barbero [juez del caso Filesa] cree que el PSOE oculta datos y registra de nuevo su sede". "Condena de un año de cárcel a Juan Guerra por un delito fiscal". "Felipe González reconoce que él y su Gobierno han perdido credibilidad". "KIO anuncia la suspensión de pagos de Torras y el abandono de sus empresas". "Violenta protesta en defensa de la naranja". "España perdió en tres meses un tercio de sus reservas para apoyar a la peseta". "Solchaga pronostica que la crisis durará hasta entrado el año 94". "Industria mantiene los 9.700 despidos del acero pero revisa las jubilaciones". "Dura actuación policial en la Puerta del Sol". "La retirada de la inversión extranjera hunde la Bolsa y el mercado de deuda pública". Etc., etc., etc.
Contra la tendencia a recordar el 92 como una Arcadia feliz, los datos: según una encuesta de 'El País', dos de cada tres españoles pensaban que la situación económica era "mala o muy mala" en otoño de 1992. El periódico lo calificó de "el estado de opinión más pesimista en 20 años".
Que gane el mejor
El 5 de noviembre de 1992, la revista 'Hola' publicó un reportaje histórico. Titular: "La casa de Isabel Preysler y Miguel Boyer, habitación por habitación". Lo siguiente eran 31 páginas de fotografías anonadantes de su mansión en Puerta de Hierro, bautizada como "Villa Meona" por sus 13 cuartos de baño.
"Es una casa grande, pero a la vez recogida", afirmó 'Hola' con su finura habitual; Isabel Preysler asintió: la casa era "un poco grande, sí, pero por encima de todo, es muy acogedora". La villa, con 1370 metros cuadrados, fue objeto de escarnio popular durante años.
El del 'Hola' fue un reportaje negro del felipismo cultural. Si las sucesivas reconversiones industriales y huelgas obreras habían dejado la O del PSOE colgando de un hilo, el impacto popular de Villa Meona la decapitó del todo.
El 92 marcó, por tanto, el principio del fin del felipismo. Aunque la decadencia era ya imparable, contra todo pronóstico, González ganó a Aznar las elecciones en 1993… para alivio de algunos: según las notas del jefe de los espías, seis días antes de la votación, Juan Carlos I confesó a Manglano: "Prefiero que gane Felipe".
Juan Carlos era felipista y Felipe era juancarlista. De hecho, en 1992, el que no era juancarlista o felipista era o un pobre diablo o un titán alternativo, pero la fiesta del juancarlismo/felipismo tenía fecha de caducidad.
Estaba pensando que cómo tuvo que ser la relación entre juancar y Aznar para que Ana Pardo de Vera lo defienda (a Aznar).