Que no es la primera ni será por desgracia la última hija de padres divorciados, que no se pueden ni ver.
Que uno de los dos o ambos manipulan y utilizan a los hijos en contra del otro progenitor. Y no llegan a esos extremos: de golpear, insultar y vejar durante años, hasta pretender denunciar unos malos tratos que en realidad tú misma has infligido a tu madre.
Sin ir más lejos, unas páginas más atrás, está el caso de una forera, contado por ella misma (un abrazo fuerte,
Hierbabuena, qué duro). Y su hijo no llegó a eso.
Y si la manipulación es tan grande que se llegan a rebasar dichos límites, qué menos que un arrepentimiento sincero.
Que es tu madre (o tu padre); no puedes maltratarlos y quedarte como si nada.