Re: Industria de la belleza
801Yo tanga he llevado cuando estaba muy delgada y no me molestaba ahora estoy en un peso normal pero mi culo se ha expandido y prefiero bragas que tapen toooodo lo posible
Moderadores: lamaladelanovela, Candy Girl, Tach
+1 yo más que tangas uso brasileñas, pero me parecen comodísimos, uso unos que tienen en WS sin costuras, me incomoda más llevar bragas con el borde a mitad de las nalgas, me resulta incómodo. Tampoco tengo problemas con el encaje.pikara escribió: 02 Oct 2020, 23:52 Pues a mi la verdad el tanga me parece mas comodo, es que es lo unico que me pongo. Si estan bien hechos no tienen porque ser incomodos. Lo de que hay presion es totalmente cierto, pero en este caso no me parece que el llevar tanga sea tortura personalmente como si me lo parecen los tacones de aguja.
Lo de mantenernos incómodas para controlarnos me recuerda a lo de interrumpir a la niña mientras está haciendo sus cosas para pedirle cualquier gilipollez y que se acostumbre a priorizar a cualquiera antes que ella.MissMell escribió: 08 Oct 2020, 20:24
Hace tiempo leí un artículo de Umberto Eco en el que hablaba de cómo era difícil concentrarse para escribir (o hacer cualquier trabajo intelectual) llevando ropa incómoda y de cómo eso hubiera podido ser un obstáculo más para las mujeres.
https://instyle.mx/belleza/tener-ojeras ... we-are-in/¿Tener ojeras es un nuevo beauty trend? We are in!
Bien. Ahora imagínese que usted es médico. En un país como Marruecos, digamos, donde esa prueba de virginidad es aún bastante habitual en los pueblos. En las ciudades, lo de airear la sábana por el balcón se reemplaza —a menudo solo se complementa— con algo más moderno, acorde al siglo XXI: un certificado clínico de virginidad.
Usted es médico ginecóloga y le llega una familia, bueno, la madre y tal vez la suegra, con la hija casadera porque necesitan el certificado que exige la ley marroquí como requisito para la boda: confirmar que los contrayentes están bien de salud. Usted sabe, por supuesto, que el código civil no dice nada de la virginidad: el himen no le importa a la ley y muchísimo menos a la medicina. Sin embargo, la familia cree que sí: sin una firma en un papel que ponga que la niña es virgen no van a celebrar la boda. La suegra se niega. ¿Su hijo con una chica sospechosa? Jamás.
Usted tiene dos opciones. Bueno, tiene tres, pero vamos a descartar de antemano la tercera: que usted haga la exploración y ponga fehacientemente el resultado, incluida la posibilidad, estadísticamente bastante probable, que la chavala no esté virgen. Sabe que esto no es lo que quiere la familia y solo le va a joder la vida a la chica. Esto es Marruecos y aquí (a diferencia de Jordania, Palestina, etcétera) no la van a matar, pero una paliza se va a llevar y puede acabar en la calle arrojada a la prostitución.
Así que tiene dos posibilidades: hacer un paripé, correr las cortinas, descorrerlas y firmar un certificado de lavado blanco, todo en orden, ya pueden ir a la boda. O bien negarse y decir que esto no se hace, que lo de la virginidad es innecesario y que su ética médica le impide prestarse a estas chorradas patriarcales inventadas para mantener bajo amenaza constante a las mujeres. Lo de chorradas es un eufemismo, pero usted se muerde la lengua y no dice crimen.
Cuando llega a casa y coge el periódico para relajarse, por supuesto se cisca un rato en las académicas europeas que arremeten contra la reciente ley francesa que prohíbe las pruebas de virginidad, asegurando que esa ley es un “intento de estigmatizar y criminalizar a la población musulmana a través de la relación entre hombres y mujeres”. Será que nunca han visto a una chica desangrada tras su noche de bodas. Y se pregunta cómo deben de tener la cabeza para creer que así defienden a la población musulmana. Asignándole a “los musulmanes” las prácticas más espantosas del patriarcado.
Cierto, se las asignan ellos mismos. Sus jeques. Cuando el Parlamento de Jordania debatió abolir el artículo 340 que preveía rebajar la pena a quien matara a una mujer de su familia “al hallarla en la cama con alguien”, el Frente de Acción Islámica (el partido de los Hermanos Musulmanes) se opuso. Sabiendo que el islam prohíbe estrictamente matar a nadie, salvo ejecución tras juicio formal. No importa: penalizar este tipo de asesinatos, argumentaba el Frente Islámico, llevaría a la depravación de la sociedad al acabar con el efecto disuasorio que la amenaza de muerte tiene sobre la vida s*xual de las mujeres. Y luego dicen estigmatizar.
Si solo fueran los islamistas, todo sería más fácil. He dicho arriba que lo de la sábana manchada se practica de Marruecos a Indonesia, pero eso es pasando por zonas balcánicas, la cristianísima Armenia y la India hindú. Ademas de venir en la Biblia: Ved aquí las señales de la virginidad de mi hija. Y extenderán la vestidura delante de los ancianos de la ciudad. Y donde no hay sábana, poco cambia. Creer que la virginidad no forma parte de las tradiciones cristianas europeas, esa religión que inventó la figura de la Virgen, es no haber leído a Lorca.
¿Previene crímenes?
Pagar a la mafia el pizzo, el dinero de extorsión, también previene crímenes: mientras pagas, no te matan. Así de sencillo. Firmar certificados de virginidad, hacer reconstrucciones de hímenes, vender por internet ampollas de sangre falsa, casarse virgen, todo eso tiene un nombre: pagar religiosamente la tarifa de extorsión a la mafia del patriarcado.
Rebelarse tiene un precio. Cuesta sangre. Porque la mafia no claudica ante la primera ley que se promulgue. Pero esto no puede ser una excusa para seguir colaborando con la mafia. Facilitar a las chicas que sean perfectamente felices en un matrimonio arreglado con un hombre contento de haber comprado la mercancía en perfecto estado —así lo llaman— es ser cómplice de la amenaza contra todas aquellas que no quieren este futuro. Es venderle la munición al sicario que empuña la pistola. Ojalá fuese un símil.
Rebelarse tiene un precio. Pero el precio que las mujeres pagan —en sangre— por mantener las cosas como están es mucho mayor.
No firme.
"Me dan mucha pena estas mujeres. Tienen tanta presión por parte de los hombres de su familia, y también miedo de que las rechacen, o, peor aún, de ser víctimas de violencia física grave, e incluso de que las maten", dice la Dra. Walter*.
Durante años, esta cirujana plástica alemana ha tenido pacientes que han necesitado una reconstrucción del himen. Las mujeres normalmente son jóvenes musulmanas. La virginidad es un concepto importante en el Islam, y el Corán prohíbe explícitamente el sexo extramarital.
La cirujana recuerda a unas pocas mujeres que incluso llegaron a su oficina acompañadas por sus novios, las parejas se suelen apoyar en estos casos. A veces se les pregunta por qué no se pinchan un dedo con una aguja y ya está. "De alguna manera, quieren hacer las cosas 'bien'", dice.
La cirugía de reconstrucción del himen, o himenoplastia, como se conoce en la jerga médica, se puede realizar en un entorno ambulatorio y tarda un poco menos de media hora. Si es posible, los restos del himen real se utilizan para la operación.
El tejido crece hacia atrás con bastante rapidez, e incluso puede tener algunos vasos sanguíneos que pueden causar sangrado durante las relaciones s***ales. Pero eso no está garantizado: el himen es una membrana delgada que solo cierra parcialmente la abertura de la vagina, y la medida en que realmente cumple esta función depende de cada mujer.
Hay mujeres que todavía tienen el himen intacto, incluso después de tener relaciones s***ales por primera vez; por el contrario, hay mujeres a las que se les rompió el himen y nunca han tenido relaciones s***ales.
Según una encuesta realizada por Pro Familia en 2013, aproximadamente la mitad de todas las mujeres no sangran durante su primera vez. La organización dice que es un mito de la virginidad que ha pasado de generación en generación.
Según un estudio de la Sociedad Holandesa de Obstetricia y Ginecología sobre las mujeres que buscan la reconstrucción del himen, el 12 por ciento de las encuestadas dijo que tenían miedo a los crímenes de honor y el 6 por ciento intentó suicidarse porque no eran vírgenes. También es importante señalar que una de cada tres mujeres no perdió su virginidad consensualmente, sino por viola***n o coerción.
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