Memorias Kiko Rivera Capítulo 3: de querer ser cura a sus gamberradas de adolescente
Después de contar en SEMANA su infancia, el hijo de Isabel Pantoja siguió explicando algunos momentos de su juventud, donde se incluye el inicio de la etapa más dura de su vida. Aquí también cuenta cómo fue el primer encuentro con su hermana, Chabelita Pantoja, y el día que quiso ser cura.
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«Pero antes de la llegada de mi hermana a nuestras vidas, cuando yo tenía 11 años, mi madre y yo nos fuimos a vivir a Madrid, supongo que por sus asuntos profesionales. Lo que en un primer momento supuso una mala noticia para mí, dejar a mis amigos en Sevilla, ahora lo agradezco enormemente porque gracias a esa decisión yo he podido recibir una educación exquisita y acudir a los mejores colegios, como era el San Patricio de La Moraleja».
...lo que muy poca gente sabe es que antes que músico o futbolista, hubo una época en mi vida en la que quería ser cura… ¡Sí, cura! Mi madre siempre me cuenta que el día que se lo dije casi le da algo. Aún así, siempre me dice que me hubiera apoyado si así lo hubiera decidido. La culpa la tuvo un profesor del Colegio San Patricio, el padre Rayo. Yo le admiraba y quería ser como él: cura. Al final, se me pasó, pero menudo cura se ha perdido la Iglesia…».
Sus gamberradas, fruto de una sobreprotección
«Probablemente algunas de esas gamberradas y las que vinieron después fueron fruto de una sobreprotección a la que me sometió mi madre.No quería que saliera por ahí y yo, o me escapaba, o tenía que traer a mis amigos a casa. Es cierto que ella se preocupó de que no tuviera que salir porque me facilitó todo para disfrutar al máximo de mis amistades en casa».
"Lo que no se hace con 16 se hace luego con 21"
«Tenía hasta un campo de fútbol… Sin embargo, a veces quería hacer las cosas de cualquier chiquillo y sil e pedía ir al cine con mis amigos, me decía que vale, pero que alguien me tenía que acompañar. Ahora que yo también soy padre la entiendo porque uno siempre quiere lo mejor para sus hijos, pero creo que aquella sobreprotección derivó en rebeldía y he aprendido la lección: lo que no se hace con 16 se hace luego con 21».
El internado
Pero, a pesar de todas las gamberradas anteriormente mencionadas, no fueron estas las que me llevaron a internarme en un colegio de Toledo, el Mayol. Fui yo el que se lo pedí a mi madre. ¿Por qué? Porque tenía un amigo, Antonio Pavón, que estudiaba allí y me decía que aquello molaba mucho. Mi madre, aunque extrañada, aceptó, pero para mi mala suerte, el año que yo entré, Antonio salió. Al final me vi allí, en el Mayol de Toledo, solo y víctima de todo tipo de novatadas».
"Allí aprendí todo lo malo"
Yo tendría unos 15 años y fue allí donde aprendí todo lo malo. Durante el primer año me robaron, me pegaron… Eso sí,a partir del segundo año ya era yo el que se encargaba de aleccionar a los nuevos. Recuerdo cómo me hice con la paga de un compañero. Para nuestros pequeños gastos, los padres nos daban una paga semanal. A mí mi madre solo me daba 50 euros y con eso no me llegaba para esos bocadillos que me compraba a diario o para esas escapadas que hacía con mis amigos y con algunas chicas. Entonces me acerqué a uno de los nuevos que sabía que su madre le daba bastante dinero. Recuerdo su nombre, pero no quiero decirlo. Le propuse un trato: “Quillo, yo ya llevo un año aquí y a ti te van a robar, te van a pegar… Entonces, ¿Cuánto dinero te da tu madre? ¿120 euros? Pues vamos a hacer una cosa: para que no te quiten los 120 euros, me los das a mí y yo te los guardo. Por correr yo el riesgo de guardártelo y que me puedan pegar a mí, me quedo con la mitad. La otra mitad yo te la guardo para que no te lo quiten y tú me vas pidiendo según vayas necesitando. Como un banco” .Al final yo me quedaba con más dinero, estaba claro, pero a aquel chaval, que espero que lea esto, yo le salvé el culo. La vida en aquel colegio era así y por eso creo que hice unas amistades tan estrechas. También las conservo, por cierto. Aunque aquella fue una de las mejores etapas de mi vida, también tengo que reconocer que allí empecé a conocer todo lo malo. No consumí drogas hasta los 18 años, pero allí empecé a descubrir ese mundo tan sórdido».
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