La Casa del Rey fuerza el exilio de Don Juan Carlos por sus negocios opacos
La decisión se hace pública una vez los Reyes han completado su gira por España, en la que han recorrido todas las comunidades.
La fórmula ejecutada para el destierro de Don Juan Carlos es la misma empleada en su renuncia a la vida institucional o con la primera piedra del repudio puesto el pasado 15 de marzo:
se pretende trasladar que es una decisión suya, que parte de él, y así la comunica a Felipe VI. Sin embargo, a nadie se le escapa que hace semanas la Casa del Rey con el Gobierno, y con distintas personalidades de la sociedad, analizaba y debatía cómo acometer el problema de la presencia de Juan Carlos I en el mismo espacio que el Rey y su familia.
Un asunto de Estado, donde la iniciativa no parte del emérito.
Así, el repudio de Don Juan Carlos se ha estructurado en tres pasos. Un cortafuegos progresivo, que ha sido necesario subir de intensidad ante la gravedad de las investigaciones periodísticas publicadas.
Primero, el 27 de mayo de 2019, se trasladó que se retiraba de la vida pública de manera oficial -hacía meses que su agenda había sido relegada y sus apariciones junto a Felipe VI eran contadas y casi obligadas-. Para entonces, ya hora cobra importancia el detalle, la Casa del Rey ya tenía conocimiento de los fondos y negocios opacos de Juan Carlos I. Hacía casi dos meses que los abogados de Corinna les habían trasladado los detalles.
Segundo, el pasado 15 de marzo, cuando España se sumía en el estado de alarma por la pandemia por el coronavirus, Felipe VI hacía visible el repudio a su padre renunciando a la herencia y le retiraba la asignación a Don Juan Carlos por su fondo en un paraíso fiscal.
El tercer y definitivo paso se produce tras una escalada de informaciones, como todas las destapadas por EL MUNDO, en las que se han conocido con detalle los negocios de Don Juan Carlos y Corinna Larsen, así como las pretensiones y las operaciones económicas llevadas a cabo por el emérito.
Felipe VI necesitaba escenificar públicamente un repudio, un mediático cordón de seguridad en un intento de salvaguardar la institución de la Corona, tanto su reinado como el desempeño de la heredera, la princesa Leonor, ante la opinión pública.
Primero, por la erosión y el desgaste que los negocios opacos de Don Juan Carlos han supuesto, que han impedido a Zarzuela rentabilizar la labor desempañada por los Reyes durante la pandemia.
En segundo lugar, porque aunque Zarzuela frenó en seco el intento de Corinna de involucrar a Felipe VI, la empresaria alemana sí trató de implicar al actual Rey de España al asegurar, según su versión, que Don Felipe, siendo Príncipe de Asturias, había recibido uno de los dos Ferraris que en el año 2011 el príncipe de Abu Dhabi, Mohammed bin Zayed Al-Nahyan, entregó a la monarquía española.
Y en tercer lugar, porque Felipe VI sabía de las operaciones de su padre y de que él mismo figuraba como beneficiario de las fundaciones creadas por Don Juan Carlos desde el 5 de marzo de 2019, tras recibir una carta de los abogados de Corinna que EL MUNDO hizo pública. Y aunque Zarzuela asegura que dio traslado del asunto a las "autoridades competentes", tardó un año en comunicar a la sociedad española el asunto.
https://www.elmundo.es/espana/2020/08/0 ... b45a3.html