Al leer el libro me ha recordado, salvando las distancias, al crimen de Alcàsser, sobre todo en el tema de cómo se forman los bulos, el papel de la prensa sensacionalista... Por cierto, hay un pequeño párrafo en el libro en el que hace una crítica al doctor Frontela.
Os copio una entrevista del ABC donde se hace un resumen de lo que aparece en el libro:
El autor del libro de Los Galindos: «Creo que el asesino vive y que me he cruzado con él»
Habla con seguridad, sin rodeos, tranquilo. Juan Mateo Fernández de Córdova, hijo de los propietarios de la finca Los Galindos, no duda en defender a los asesinados en el crimen, aún no resuelto: «Fueron del todo inocentes».
¿Por qué ahora, después de tantos años, se decide a escribir este libro?
Este libro se titula «El crimen de Los Galindos. Toda la verdad» porque toda la verdad es lo que quiero que quede. Se han escrito muchísimos libros, artículos de prensa y cine desvirtuando totalmente lo que ocurrió allí y sobre todo en contra de los asesinados, que fueron víctimas inocentes. Uno de los motivos principales por los que me puse al libro hace casi cinco años fue que vi un programa en televisión donde se le seguía echando la culpa al pobre José, el tractorista. Esto me afectó mucho porque dijeron que las familias de los asesinados, creyendo que uno de ellos había asesinado a los demás y siendo todos de un pequeño pueblo, estaban enfrentadas entre sí. Hoy día hay nietos contra nietos que no saben quizás ni por qué están así. Me imaginé una disputa en el pueblo entre familiares. Ahí empecé a decidir que iba a escribir un libro en el cual aclararía todo lo que ocurrió.
¿Cómo surgió?
Poco a poco yo había ido encajando piezas. Todo surgió por algo que en mi casa siempre ha sido un tabú porque la prensa ha distorsionado todo lo que se decía a partir de lo poco que se sabía. Llegó un momento que mi madre y mi abuela, al cabo de 20 años, un buen día me comentan algo de lo que jamás habían querido hablar y eso le daba una vuelta de tuerca muy importante al caso para empezar a aclarar todas las dudas que había. Cuando falleció mi padre, en el 2015, le di la noticia a mi madre. Nosotros no teníamos ni idea de que estaba a pique de morirse e ingresado en el hospital, no sabíamos nada, estábamos distanciados. Yo se lo conté a mi madre y ella me desveló un tema muy importante.
A partir de lo que le cuenta su madre, usted comienza a entenderlo todo y ata cabos a los que hasta entonces no había dado importancia
Empecé a estudiarlo todo y decidí que con lo que sé, que es muchísimo, tenía que escribir este libro, donde cuento el móvil real y cómo ocurrió todo.
«Mi fuerza para escribir el libro ha sido dejar claro que los asesinados son inocentes»
En aquel momento se contó que había sido un crimen pasional.
Eso es una cosa absurda que queda totalmente descartada. Zapata, el encargado, había sido guardia civil y era un hombre serio, responsable y muy formal. Su mujer era un encanto de señora cuya familia llevaba desde tres generaciones trabajando en mi casa. De hecho, cuando se casó, Zapata dejó la Guardia Civil para ser el encargado de la finca. Eran un matrimonio muy formal que tenían cincuenta y tantos años. La otra pareja, los González, tenían 27 años. No podía ser un crimen pasional. Todo fue porque nadie se explicaba por qué González en horas de trabajo deja su puesto, coge su coche y va al pueblo a por su mujer, nadie sabe a qué, y acaban los dos asesinados y carbonizados. La gente empieza desde el minuto uno, como hay dos mujeres, con que es un crimen pasional, porque además no se encontró en un principio el cuerpo de Zapata. Luego se han inventado tantas cosas… Todas eran teorías absurdas. Decían incluso que Asunción, la mujer de José, con el que llevaba pocos meses casada, había ido a fiestas en la finca muchas veces, pero yo aseguro que en esa finca jamás hubo fiestas. Nosotros ni siquiera fuimos a comer nunca. Allí solo íbamos por temas de trabajo.
Es importante explicar el origen de la finca para entender el puzzle.
La finca era de mi abuelo, que la puso a nombre de mi tío Francisco Delgado Durán, el hermano de mi madre, Mercedes, al que llamaban Kiko. Le pusieron allí a Zapata y a Juanita de encargados porque este hombre era muy bueno, muy responsable y súper trabajador. Para mí todo lo que se dijo de ellos tras el crimen fue traumático porque no podíamos rebatirlo. Mi tío murió joven y la finca pasó a manos de mi madre. Desde entonces, mi padre, Gonzalo Fernández de Córdova, marqués de Grañina y Valparaíso, se encargó de explotarla.
¿Qué pasó realmente?
Aquello fue una casualidad todo. Allí nadie fue a matar a nadie. No se va a matar a gente con una barra de hierro y una escopeta inservible que estaba en la propia casa. Aquello simplemente fue una bronca con muchísimo calor que hizo, concretamente 59 grados en Paradas. Ahí se produjo un golpe a Manuel Zapata con la mala suerte de que un gancho entró por la cervical y lo mató en el acto. Lo mataron en su casa porque se estaba vistiendo para venir a Sevilla, que es lo que ellos querían evitar. Trataron de convencerlo, pero él era un poco terco y no dio su brazo a torcer. Lo intentaron sobornar, algo que ya habían hecho anteriormente. De hecho, se encontraron dinero en la casa, probablemente el que le ofrecieron para que se callara.
¿Por qué querían evitar que fuera a Sevilla ese día e intentaron sobornarle?
Fueron a sobornarle porque él le había dicho a mi abuela que quería hablar con mi abuelo para contarle algo que estaba pasando muy serio en la cooperativa de aceitunas Coduva en Utrera. Había gente que estaba sacando dinero en la Caja Rural de Utrera, que no tiene nada que ver con Caja Rural del Sur. Fue una cooperativa de créditos para la misma fábrica de aceitunas que se llamaba Coduva. Inicialmente nació para atender a los socios de esa cooperativa. Las partidas de aceitunas se pagaban ahí, pero en aquella época el Banco de España no intervenía en las cajas y había muy poco control. Se estaba produciendo un fraude. Y eso fue lo que trató de contar Zapata.
«Después de todo el tormento que han pasado las víctimas merecían este sacrificio por nuestra parte»
Es decir, Zapata descubrió algo gordo.
Zapata descubrió algo muy importante y se lo dijo a mi madre y a mi abuela. No se trataba de un desvío de dinero localizado. Por ejemplo, nosotros perdimos once millones de pesetas de la época, que ahora serían un millón de euros más o menos. En aquella época la aceituna se exportaba muy bien. Zapata se entera por gente de Utrera de lo que estaba pasando y se dedica a corroborarlo. Cuando él habla con mi abuela y con mi madre, está seguro de lo que está diciendo y quiere trasladárselo a mi abuelo para que intente arreglar el asunto porque si eso salía a la luz pública sería un escándalo. Así se lo dijo a mi abuela.
¿Y cómo fue el día de autos?
Él trató de ir a Sevilla, pero Juanita, su mujer, estaba mala. El día de autos, aprovechando que mi padre se había ido al entierro de su tío en Málaga dos días antes, que fue en tren, acompañando a sus hermanas, con las que luego no volvió, lo que pasó es que regresó apresuradamente aquella tarde en el coche de su hermano Álvaro. Entonces a mí eso no me aclaraba nada, pero ahora, uniéndolo todo, encajan las cosas.
-¿Quiénes aparecen en Los Galindos el día 22 de julio de 1975 mientras Zapata se estaba vistiendo para ir a Sevilla a desvelarlo todo?
Aparecen mi padre, el administrador, que era don Antonio, y una tercera persona a la que por ahora yo voy a llamar Curro.
Los tres van con la intención de sobornarlo, ¿no?
Van a intentar convencer a Zapata de que olvide todas las cosas que ha escuchado en Utrera. Le dicen que son habladurías y que no tiene que ir a Sevilla para nada. Pero Zapata, que ya ha organizado todo y que es un hombre muy correcto, les echa de su casa. Y ahí se produce una riña y Curro, al que han mandado de Utrera para que convenza a Zapata de la forma que sea, pero sin matarlo, hace lo que hace.
«El asesino era una persona que sabía lo que hacía a las malas. Había estado antes en la cárcel»
Digamos que Curro es designado para convencer a Zapata con métodos inconfesables.
Curro va, como mucho, a darle una paliza, pero ahí es donde se produce el mal golpe en el cráneo y acaba con él. A raíz de eso, este hombre, que era un animal, se deshace de Juanita, que estaba a pocos metros y lo había visto todo.
¿Todo eso ocurre en presencia del marqués, es decir, su padre, y del administrador?
En presencia del marqués y del administrador, aunque a él lo saco un poco del contexto, pero sí, están los tres. Ni el administrador ni mi padre actuaron, no tuvieron parte en el crimen, pero estuvieron involucrados porque llegaron como a un acuerdo con Curro acerca del matrimonio que esperaban para que se quedara con Juanita, José y Asunción. Acordaron entre ellos dejar toda la casa cerrada y tuvieron que dejar dentro a la perrita, Tundra, que tenía todas las patitas llenas de sangre. Yo la vi. Días después todavía las tenía manchadas. Su intención es que cuando llegara el matrimonio González viera que no había nadie y pensaran que al final Zapata se había ido con su mujer. Lo lógico es que se hubieran vuelto al pueblo y ya está. Pero entre medio llegó Ramón Parrilla, que era el otro tractorista de la finca, que había ido a una fuente cercana y se le había roto la puesta en marcha del tractor. Cuando Curro estaba esperando desde el taller que llegara el matrimonio para ver qué hacían, se presentó Ramón y precisamente se metió en el taller para buscar herramientas para arreglar el tractor. Allí mismo Curro cogió la escopeta y le reventó los dos brazos de un tiro. Yo vi los chorros de sangre. Ramón no salió entonces del taller por donde había entrado, por el campo, sino hacia adentro porque fue a pedir auxilio a Zapata. Desde el primer momento siempre tuve tantas dudas, lo vi tan absurdo… ¿Cómo si te pegan un tiro te vas a casa del supuesto asesino? Zapata fue el primer asesinado y apareció con las cananas puestas sobre un traje para ir a Sevilla.
La presencia de Ramón lo cambia todo.
La escena del crimen la cambia la llegada de Ramón. Nadie se esperaba eso. Si Ramón no hubiese aparecido… Son muchas pequeñas cosas, pero cuando las vas uniendo lo descubres todo. Cuando llega el matrimonio González, Curro los para directamente en mitad de una explanada y los ejecuta.
Retrata a Curro como a un verdadero animal.
Curro era una persona que sabía lo que hacía a las malas. Prendió fuego al pajar. Siempre me pregunté cómo había hecho eso, que lo que hace es llamar más la atención. Pero Curro sabía lo que es un fuego en el campo. Un fuego en un pajar de un campo es casi imposible de apagar. Eso obligó a que la gente corriera a por agua. La cosa era que al llegar allí no vieran un crimen apacible. Lo primero era apagarlo y luego ya se llamaría a la Guardia Civil. Eso contaminó todas las pruebas.
Su forma de contarlo estremece.
Es una historia horrible y es increíble lo mal que se llevó todo desde el minuto uno. Mi fuerza para escribir el libro ha sido dejar claro que los asesinados son inocentes. Eso no puede quedar en la historia así.
«Estoy preparado para las consecuencias. Esto no lo hago por dinero. Soy empresario y me va bien»
Es muy valiente por su parte defender la inocencia de los asesinados implicando a su propio padre.
Ya. Eso fue lo que más que costó, decidirme a escribir el libro. Era una puerta que tenía que abrir y cuesta porque es un tema muy fuerte. Pero también explico lo que es ser un buen padre o una buena madre. En ese aspecto creo que hay que leerse el libro porque es un tema espinoso. Para usted no es igual su padre que para mí. Seguro. Una cosa es tener un progenitor y otra cosa es tener un padre. Yo no he querido acusarlo nunca a él de nada porque en realidad estaba al margen y además lo demuestro. Hubo tres personas. Mi padre y el administrador se fueron. Cuando matan a Juanita, mi padre trata de sacarla de allí porque la perrita le estaba lavando la cara. En un principio se arrastra el cadáver y está la huella en el suelo, pero luego se levanta el cadáver porque sólo quedan goterones. Eso quiere decir que al principio una persona tira de ella y luego otra persona le ayuda a levantar el cadáver. Hay al menos dos personas. Pero mi padre no estaba cuando Curro mató a Ramón Parrilla. Eso se demuestra en que al asesinó le costó mucho matarlo. Si hubiera habido dos personas, no le habría costado tanto. Eso explica que el asesino se había quedado solo. Mi padre tenía que coger el tren en Puebla de Cazalla y volvió a Málaga. El asesino se quedó solo esperando, tal y como acordaron, que el matrimonio González se diera la vuelta. Pero todo se enredó.
Y a partir de ahí desplegó todos sus recursos profesionales.
Sí. Incluso había estado en la cárcel.
Vamos, que con Curro sabían a quién recurrían para la extorsión.
Pero yo tengo muy claro que no fue a matar a nadie. Fue a meterle miedo y en el último de los casos a darle una paliza. La idea es darle una paliza y dejarle un sobre con diez mil pesetas. Y ahí se acababa todo. Pero él era guardia civil y tenía muy alto el sentido del honor. No se dejó amilanar ni chantajear.
Y todo eso para ocultar un fraude millonario.
La Policía investigó eso durante mucho tiempo, pero desviaron el tema hacia el trigo por un supuesto desfalco. Ahí no estaba el lío. Es más, Hacienda multó a mi familia con 400.000 pesetas. El lío estaba en otro sitio.
Lo que usted tiene claro es que en ese fraude estaba implicado su padre, el marqués de Grañina.
Por supuesto.
«Mi padre estaba implicado en el fraude que Zapata quería contar»
Eso le implica en dos cosas, en el desfalco y en el encubrimiento del crimen.
Yo no hablo por hablar de mi padre. Teníamos once millones de pesetas en la Caja Rural de Utrera y se fue sin coger nada. Todos los días llamaba alguien al teléfono de casa y hacía sonar la caída de una monedita.
¿Alguien reclamando dinero?
Más bien diciendo: cuidado con lo que haces con el dinero. Lo que tenía que hacer era irse. El hecho es que se fue y se acabó la monedita. Y nadie tocó el dinero del banco. Eso era mucho dinero en aquella época y se perdió sin que mi padre jamás lo reclamara. ¿Por qué?
Impresiona que hable así de su padre. Además, dice que su madre lo encubrió durante años.
Sí. Cuando yo ya tengo conocimiento de todo y todo me encaja, yo tengo también la opción de callarme por el bien de mi familia, por la honorabilidad de mi padre, por ocultar que mi madre hizo mal… Pero, ¿y vivir toda mi vida pensando que siguen teniendo malas relaciones las familias que fueron nuestros trabajadores, que fueron asesinados? Si yo sé por qué fueron asesinados y que fueron inocentes, ¿no lo digo? Eso no se puede aguantar. Tampoco estoy diciendo ninguna barbaridad de mi madre. Lo tengo que decir, era una persona que no era muy espabilada tampoco y tuvo esa reacción. Quiso proteger a su marido. Y de mi padre digo lo que ocurrió. No fue el asesino, pero provocó que Zapata quisiera revelar todo el entramado que tenían montado en Utrera.
¿No teme que esto le traiga consecuencias?
Ya lo explico en el prólogo. Al pasar esta puerta me voy a encontrar problemas, pero estoy preparado para ello. Lo he meditado. Esto no lo hago por un tema económico, les basta con saber cuánto deja un libro y los pocos libros que se venden. Yo voy a cumplir sesenta años y en la vida es determinante decir que ya no paso por más. No voy a seguir aguantando esto. No hay derecho a que se siga dejando a los asesinados como asesinos. También quiero hacer un acto en Paradas con los familiares para hablar con ellos y explicarles lo que estamos hablando aquí, dialogar con ellos para que vean que se tienen que perdonar muchas cosas. Esto fue lo que ocurrió y me gustaría lograr con este libro que ya no se publiquen más patochadas de Los Galindos. Esta es mi decisión. Gracias a Dios, yo soy empresario, tengo negocios que me van bien y no tengo ninguna necesidad económica. Esto es un tema de conciencia. La mía es inamovible. Ellos han pasado un tormento y merecen un sacrificio por nuestra parte.
Le hago una última pregunta: ¿Curro, el asesino, vive?
Yo creo que sí, que Curro vive, es más, creo que he llegado a verlo en Utrera. Me atravesé con una persona en la plaza que me dio un rodeo raro. No tenía sentido. Me observó fríamente. Era corpulento, de mediana estatura… A mí me dio la impresión de que era Curro. Fue un momento en el que ellos sabían que yo iba allí a preguntar cosas sobre la cuenta en la que estaba el dinero. Al salir de la Caja se me cruzó este personaje y fue todo muy extraño. Entonces empecé a pensar en que si yo fuera capaz de sentarme con el asesino, ¿qué le habría dicho? ¿Podía contarme Curro a mí lo que sabía de verdad, quién lo mandó, cómo fue? Ahí tuve que parar la investigación y la dejo a la espera de que, por qué no, Curro, después de tantos años y con el caso prescrito, me pueda contar la historia y cerrar la página de este hecho lamentable.
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