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por Miika
Cruella de Vil
Como no-madre y desde mi mesa de teletrabajo, creo que lo mejor habría sido ir dejando a los niños salir por rango de edad. Primero bebés y niños más pequeños (no sé bien hasta qué edad habría sido acertado, quizás hasta preescolar o así, 4/6 años); unas semanas después ir ampliando... y así. Más que nada porque los bebés y niños pequeños necesitan el sol sí o sí y aunque hay gente que tiene balcón, terraza y un jardín de 5 hectáreas, hay quien no. Así quienes más lo necesitan están cubiertos. Además, controlar a un bebé es fácil: va en su carrito. Controlar a un niño que puede andar es más complicado pero dejando que sólo salgan a X distancia y sin juguetes pues mira, por qué no; obviamente lo de salir sólo hasta la esquina se lo saltaría medio mundo pero bueno, la medida es la que es, si la gente es subnormal qué hacemos.
Pero ya digo, esto lo comento sin tener ni p**a idea de nada, sin ser madre y desde la tranquilidad de mi casa. Las cosas está claro que son más complejas y, desgraciadamente, tenemos mucha cara. Yo saco al perro a hacer sus cosas dando dos vueltas a la manzana desde que empezó el estado de alarma y ha sido como una especie de experimento social porque he pasado de no ver a nadie (saliendo siempre a la misma hora, obviamente, el perro caga y mea a unas horas determinadas) a empezar a ver que si a una señora yendo hacia la compra, dos albañiles que de repente han empezado una obra en una casa pequeña, cada vez más gente yendo a por el pan y haciendo cola en el estanco... y ahora veo padres con niños, parejitas sacando al perro, gente mayor... En fin, que veo de tó, como en un día normal a las 10 de la mañana. Lo único es que no está abierto el gimnasio y que falta la gente que estaría desayunando en las cafeterías cerca de por donde salgo. Quitando eso es un día normal.
La gente ha perdido el respeto por la enfermedad. No todos, obvio, pero una consecuencia de esto iba a ser la habituación a lo que estamos viviendo (habrá quien se haya sensibilizado, eso sí). Si no tienes a nadie afectado o nadie ha muerto en tu entorno, parece que no existe; los medios hablan de cifras y esas cifras han dejado de ser personas. Los aplausos ya no son para los profesionales, son un rato de salir a tomar el aire y hablar con el vecino o, si eres el vecino de los altavoces de 300€, poner el "Resistiré" a toda mecha, que lo escuche todo el barrio. Si eres de los que tienes que ir a trabajar, más cabreo porque mientras Manola está en su casa teletrabajando tú tienes que salir y oye, pues si tengo que ir a currar y joderme, también saldré luego por la tarde a dar un paseo porque me da la gana. Lo mismo para el que lleva 40 y pico días encerrado y ve a su vecino ir a por el pan: ¿él va todos los días y yo aquí? Sí, hombre, pues a partir de ahora no, a partir de ahora yo necesito ir a por donuts todos los días al mercadona. Y así con todo.
No sé muy bien qué va a pasar pero que el miedo está dando paso al pasotismo más absoluto por parte de personas que antes seguramente estaban siendo responsables en mayor o menor medida es un hecho.
