Ficho, que me interesa mucho el tema. Yo estuve yendo a terapia varios años y me fue de maravilla, es la mejor inversión que he hecho. Pero no sale gratis, hay que poner mucho de nuestra parte, como pacientes. Hay que ser sinceros, contar las cosas como son, no guardarse cosas y no mentir, porque no engañas al psicólogo, te engañas a ti misma, y pones muros a la solución de tus problemas.
Con esto quiero decir que el mayor esfuerzo lo hace el paciente. Tiene que fiarse del psicólogo, tiene que seguir sus pautas, hay que hacer deberes, hay que cumplir ciertos retos que te sacan de tu zona de confort, y se llora, y se pasa mal durante la transición. Yo se lo decía a mi psicóloga, que lo estaba pasando tan mal que no sabía si merecía la pena cambiar algo o quedarme como estaba. Ella me decía que esa forma de pensar es muy normal, pero cómo va a merecer la pena quedarte como estas, que ni es zona de confort ni nada, si lo estás pasando fatal.
Por eso, como he leído por aquí, el vínculo que desarrolles con tu psicólogo es básico. Si no te cae bien, si no te convence lo que te dice, si no te apetece contarle tus cosas, hay que buscar otro. A mí me funcionó que mi psicóloga era muy cercana, se acordaba de todo lo que le contaba, y la impresión que me daba es como que le interesaba mi vida, y para mí era como hablar con una amiga, alguien con quien me iría a tomar unas cervezas y a charlar de la vida. Y que invertí cuerpo y alma en hacer todo lo que me dijera, aunque no me gustara, me diera pereza, me pareciera una tontería o me resultara incómodo. Si sabes que hay un problema, pero te empeñas en evitarlo, el problema va a estar ahí siempre.
Efectivamente, las cosas que te generan ansiedad no van a desaparecer. Lo que cambia es nuestra forma de enfrentarnos a ellas. Puedes reaccionar con un ataque de pánico, bloqueándote y paralizándote, o puedes reaccionar con tranquilidad, sopesando lo que puedes hacer respecto a la situación y a ti misma relacionándote con esa situación y lo que no. Y también aprendes a relativizar mucho las cosas.
Me encantó ir a terapia porque vi mucha mejoría, mi forma de relacionarme con la gente cambió, mi forma de relacionarme conmigo misma también cambió (aunque ahí me falta mogollón de trabajo todavía).
Por otro lado el tema del positivismo y la obligatoriedad de ser felices... Esta es mi opinión, y no sé si es impopular, o es una tontería o una peli que me monto. Para mí, la felicidad no es un mundo rosa y de unicornios volando por el cielo. No es tener éxito en el trabajo, comprarte todos los caprichos, tener una pareja maravillosa, una casa preciosa, unos hijos guapísimos... Para mí la felicidad es abrir los ojos por la mañana y no pensar "que mierda, otro día más de lo mismo, que ganas de volver a casa para volverme a acostar", o tener un traspies y pensar "a la mierda todo, soy un fracaso, si es que así no me va a ir bien en la vida". No sé si soy feliz o no, yo creo que sí, pero tengo mis problemas en el curro, mi ansiedad por la casa que me quiero comprar, mi preocupación por la salud de mi gato, mi drama familiar por el fallecimiento de mi madre y cosas así. La vida es un conjunto de hechos positivos y negativos. Hay que disfrutar de los positivos, pero los negativos hay que aceptarlos, conocerlos, aprender de ellos y dejarlos marchas, no echárnoslos a la mochila. En la vida hay que llorar, hay que enfadarse, hay que discutir, hay que frustrarse, y también hay que secarse las lágrimas después de dejarlas correr el tiempo que sea necesario, hay que pedir perdón o perdonar cuando ha habido una diferencia de opiniones, después de haber sufrido el mal rato y haber entendido qué lo provocó, hay que buscar otros objetivos si te frustras, aunque te hayas tomado el tiempo para patalear lo que haga falta. Nadie es feliz el 100% del tiempo, y a mí no me vale que me vendan que tengo que ser feliz porque sí. Soy feliz un montón de veces al día y me siento humillada, decepcionada, enfadada, triste y cualquier otra emoción negativa que se te ocurra, otro montón de veces al día. No está reñido. Creo que nuestra actitud ante esos sentimientos negativos, no me refiero a evitarlos, ni a negarlos, sino a aceptarlos y dejar que pasen, es lo que nos empuja hacia la felicidad.
Edito para decir, como afterthought, que tampoco hay que meter los sentimientos positivos en la mochila y agarrarse a ellos. También hay que disfrutarlos en el momento, y después de haberles sacado el jugo, dejarlos pasar para que puedan venir otros nuevos.
Vaya rollo que me he marcado. Igual estoy fatal de la cabeza.