Ya volví.
Atenas dos días, la ciudad me pareció muy sucia y caótica, muy necesitada de remodelarla, aunque tiene barrios con mucho encanto, arte urbano y demás creo que necesita una gran inversión y que la crisis le pasó demasiada factura. Ciertos barrios por la noche me recordaron a la España de los 90, sin leyes ni prohibiciones, botellón masivo en la calle, raves, gente fumando en los garitos, mucha mezcla de tribus urbanas. Y luego mucho niño pidiendo en la calle, solos, en una ciudad europea, terrible.
La acrópolis maravillosa, calor sofocante. Pero me encantó. Y las calles empinadas que suben arriba, preciosas.
La isla que más me ha enamorado es Naxos, aún con mucha zona rural sin masificar. Nos encontramos en una carretera del norte de la isla con un señor recolectando sus melocotones, tomates y nectarinas y nos invitó a probarlos y nos llenó una bolsa, no hablaba ni papa de inglés pero entrañable, ese tipo de gestos que dices, que genial. Comimos en un pueblo del norte un día después de hacer una ruta de trekking, una comida griega casera buenisima y súper barato, en comparación con Mykonos que es una burrada de caro.
Las playas de Naxos divinas, estuvimos en Aliko y Hawaian Beach en la zona sureste y aquello era el paraiso, además pillamos 2 días sin viento y aquellas aguas turquesas con la arena blanca ufffff
Mykonos me ha decepcionado, no tiene ni punto de comparación con Ibiza, que aún masificada y agobiante tiene un encanto especial único en el mundo, fiesta incluida. Fuimos al Scorpios dos días, muy bonito el beach club, precioso decorado, enclavada la zona de arena para ver la puesta de sol y mucha gente fashion bailando, pero insisto, no es Ibiza
El Alemaigou también mola pero es más pequeño y está en la zona norte, más ventoso, y había poca gente.
Y Nammos que es súper exclusivo a nivel Celebrities, mucho postureo y caro hasta decir basta. Te cobran hasta por respirar.
Me quedo con Naxos a nivel playas, Chora la capital con su puerta de Apolo, el templo de Demeter, los pueblecitos con esas iglesias encaladas azules y blancas, la hospitalidad de la gente en los pueblos pequeños ( un matrimonio en un pueblo de estos de apenas 100 personas que ibamos recorriendo las callecitas nos sacó unos cafés helados como invitación y estuvimos un buen rato hablando con ellos) y hoteles rurales a la mitad de precio que en Mykonos.
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